Máximo Beltrán / Guillermo Sepúlveda
p. Corporación Patrimonial Chillán (e.f)
Los profesores normalistas fueron los impulsores de una educación de calidad en Chile; en Chillán no fue la excepción, su Escuela Normal de Preceptores (nombre original) se había fundado el 17 de abril de 1888 y cesó a mediados de los años 70. Ubicada en sus inicios en la calle Deuco (hoy Avenida O´Higgins) frente a Plaza La Victoria y culminando sus días en lo que es hoy el Campus La Castilla de la Universidad del Bío Bío.
Pertenecemos, creemos; a una de las últimas generaciones que recibió la rica educación de aquellos baluartes de un sistema educacional de excelencia y hoy la Corporación Patrimonial Chillán viene agradecer al profesor normalista que nos educó, de aquel que nos enseñó parte de los fundamentos de nuestro desarrollo personal, nos enseñó a ser personas, nos enseñó a ser responsables, nos enseñó a convertirnos en un ser humano. Huelga decir que todo esto en una “escuela pública”, bajo un Estado generoso y cumplidor que nos llevaba de la mano y nos permitió a muchos dar el salto crucial que hoy tantos y tantos está inhibidos de poder efectuar.
Sin duda aquellos profesores llevaron consigo el título de “Maestros”, galardón que solo llevan aquellos que dejan huella, orientan, conducen, con amor acompañan y te ayudan a entrar en el sendero.
Hoy en día en dónde las salas parecen circos y más que educación se enseña como entretener al alumnado en una gran devacle de competencias mercantiles; el legado de estos “maestros” trasciende más allá de las ruinas materiales. ¿Quién no recuerda todavía esas lecciones de disciplina, pero más allá, de autodisciplina escolar? ¿Acaso las modalidades más “modernas” han logrado lo que, con sólo pocos años, aprendimos con los profesores normalistas? Cuando la educación era vocación; estos héroes existieron y, esperamos que ese legado trascienda más allá de unas cuantas generaciones; en ello estamos maestros, gracias. Pero esto no es congelar el pasado, sino fundamentalmente reconocerse en el pasado para empezar a reconstruir una Educación para Chillán con todo lo que fuimos y somos.
Al profesor Normalista nuestro gran reconocimiento y que sea este un llamado hacia la recuperación de sus enseñanzas que aún siguen en la mirada de la eternidad histórica.
Escuela Normal de Preceptores (nombre original) de Chillán, ubicada en calle Deuco(hoy Avenida O`Higgins), 1927.
Escuela Normal de Preceptores (nombre original) de Chillán, ubicada en calle Deuco (hoy Avenida O`Higgins), 1910.
De un tiempo a esta parte, me vi involucrado en la busca sistemática de fantasmas, de aquellos recuerdos olvidados por el paso del tiempo; me vi caminando por calles viejas que encerraban miles de cuentos de hadas. Mi memoria, un tanto fragmentada, la necesitaba para anclarme positivamente en mi reconstrucción. / chillanantiguo@gmail.com
viernes, 15 de abril de 2011
lunes, 4 de abril de 2011
ESCUELA MEXICO & MUSEO
p.Máximo Beltrán / Guillermo Sepúlveda
Corporacion Patrimonial Chillán (e.f.)
Otra vez la presencia foránea intenta modificar algo ya establecido en pos de un sueño de pocos. Me refiero a la Escuela México, que insistentemente el sr. Mariano Fernández pretende convertir en museo. Huelga decir que discrepo ante tan descabellada idea, propiciada por un sr, que no es de los nuestros.
La Escuela México ya es un Museo, quizás no de aquellos templos del saber que manejan las llaves unos pocos, sino de aquellos Museos que estan insertos en la comunidad y que se funden en el tránsito de cada dia.
Pretender desalojar a la Comunidad Eduactiva del gran Museo al aire libre como son sus Murales; y dejar el actual edificio como museo se romperia el sueño de aquellos hombres del 1940 que fundieron el rol cultural de aquellos insignes murales con el rol educativo; que dio una pléyade de hombres chillanejos que vivieron sus letras primarias con el goce estético de una obra inigualable en la historia de Chile.
El desarraigo que propicia el sr. Fernández es similar al que alguna vez hicieron los nuestros cuando de forma antojadiza decidieron tapar los adoquines a favor del seudo-progreso y que continuaron los del presente con la total desmantelación de una de las marcas identitarias de aquel Chillán del 1900.
La Gran Labor Educativa de la afamada Escuela México exige una mayor apertura hacia la acción de los gestores de la Cultura. Esto explica tan desatinadas propuestas. Se cree que “encerrando la cultura” se podrá conservar el Patrimonio, cuando en realidad es la generación de espacios públicos de reflexión y acción cultural los que en realidad permiten a una Comunidad surgir y salir adelante. Es hora de pensar en la posible generación de un Centro Cultural Escuela México y hacerlo caminar en pro de mayores actividades para con la Comunidad de Chillán en su Totalidad. Esto implica no sólo la apertura externa sino que además la colaboración de todos los estudiantes pertenecientes a tan prestigiosa Institución Pública. Posiblemente en años venideros podremos ver Escuadras Culturales formadas por Estudiantes: artistas, pintores, poetas, pero además, matemáticos, científicos sociales e historiadores.
Los invito a reflexionar para que tengamos cuidado y dejar constancia pública que un gran número de Chillanejos estamos en desacuerdo ante la tajante insolencia por nuestra memoria que propician un grupo no menor que amparados en la escuela del facilismo destruyen a destajo lo que construyeron los hombres grandes de nuestra tierra.
Corporacion Patrimonial Chillán (e.f.)
Otra vez la presencia foránea intenta modificar algo ya establecido en pos de un sueño de pocos. Me refiero a la Escuela México, que insistentemente el sr. Mariano Fernández pretende convertir en museo. Huelga decir que discrepo ante tan descabellada idea, propiciada por un sr, que no es de los nuestros.
La Escuela México ya es un Museo, quizás no de aquellos templos del saber que manejan las llaves unos pocos, sino de aquellos Museos que estan insertos en la comunidad y que se funden en el tránsito de cada dia.
Pretender desalojar a la Comunidad Eduactiva del gran Museo al aire libre como son sus Murales; y dejar el actual edificio como museo se romperia el sueño de aquellos hombres del 1940 que fundieron el rol cultural de aquellos insignes murales con el rol educativo; que dio una pléyade de hombres chillanejos que vivieron sus letras primarias con el goce estético de una obra inigualable en la historia de Chile.
El desarraigo que propicia el sr. Fernández es similar al que alguna vez hicieron los nuestros cuando de forma antojadiza decidieron tapar los adoquines a favor del seudo-progreso y que continuaron los del presente con la total desmantelación de una de las marcas identitarias de aquel Chillán del 1900.
La Gran Labor Educativa de la afamada Escuela México exige una mayor apertura hacia la acción de los gestores de la Cultura. Esto explica tan desatinadas propuestas. Se cree que “encerrando la cultura” se podrá conservar el Patrimonio, cuando en realidad es la generación de espacios públicos de reflexión y acción cultural los que en realidad permiten a una Comunidad surgir y salir adelante. Es hora de pensar en la posible generación de un Centro Cultural Escuela México y hacerlo caminar en pro de mayores actividades para con la Comunidad de Chillán en su Totalidad. Esto implica no sólo la apertura externa sino que además la colaboración de todos los estudiantes pertenecientes a tan prestigiosa Institución Pública. Posiblemente en años venideros podremos ver Escuadras Culturales formadas por Estudiantes: artistas, pintores, poetas, pero además, matemáticos, científicos sociales e historiadores.
Los invito a reflexionar para que tengamos cuidado y dejar constancia pública que un gran número de Chillanejos estamos en desacuerdo ante la tajante insolencia por nuestra memoria que propician un grupo no menor que amparados en la escuela del facilismo destruyen a destajo lo que construyeron los hombres grandes de nuestra tierra.
domingo, 3 de abril de 2011
Religiosidad en Chillán: Entre el Hispanismo y el Tradicionalismo Local.
Guillermo Sepúlveda Castro
Licenciado en Sociología y Gestor Cultural
Si lo que se pretende es hablar de la religiosidad en Chillán no podemos negar su gran diversidad, la cual sin lugar a dudas es una de las características socio-culturales más manifiestas a la hora de hablar de la espiritualidad chillaneja. Esto, desde sus inicios como comunidad orgánica ha sido así y es muy probable que permanezca vivo en la retina de quiénes pertenecemos a esta Tierra.
En sus inicios, las primeras órdenes religiosas que empezaron a instalarse en tierras chilenas fueron diversas. Cuentan las crónicas que Don Diego de Almagro ya traía en sus empresas de conquista a los representantes históricos de la actual Orden de la Merced ubicada actualmente al frente del Mercado de Chillán. Junto a ella además acompañan el bautizo sagrado del territorio: Dominicanos y Franciscanos. Estos últimos con un fuerte arraigo monárquico, lo cual sin duda marcó la historia viva de los miembros de la comuna de Chillán, tal y como lo atestiguan autores como Valenzuela (2005) en un artículo altamente esclarecedor denominado: “Los franciscanos de Chillán y la Independencia: Avatares de una Comunidad Monarquista”.
Como es posible visualizar la religiosidad cristiana ha sido una tendencia cultural fuertemente ligada a la fundación de la comuna. Es así como las creencias del nazareno aún siguen fuertemente edificadas y con un amor patrimonial aún vivo. Como reflejo de ello es el no querer (generalizado) demoler el Templo de las Carmelitas o el guiarse al ritmo de las “Campanadas de la Catedral”. Muchas son las facetas de este espíritu religioso, apelando desde el “sentido patrimonial” y llegando inclusive hasta nuestros dialectos en privado.
Contemporáneamente muchos hablan de la pérdida de este espíritu, pero si uno realiza el ejercicio de escuchar y comprender el dialecto del chillanejo, pronto dará cuenta que esto no es así. El ejemplo más claro de ello es la forma de designar las la mayoría de las Plazas de la comuna, las cuales son denominadas por sus Templos Cristianos más próximos y no por su nomenclatura histórico-militar: Plaza Sargento Aldea (llamada “La Merced”), Plaza General Lagos (denominada “San Francisco”) , Plaza Héroes de Iquique (llamada “Santo Domingo).
Son estas marcas culturales las que han hecho de la religiosidad chillaneja el girar en torno a un Tradicionalismo Histórico, emergente desde los primeros años de la fundación de la comuna, pero a la vez por el culto diverso hacia diversas santidades aún vigentes. El Alma de Chillán vive aún en las sombras de esos templos sagrados y sacralizados por sus propios miembros. Es tarea de todos reconocer la enorme historia religiosa que posee esta comuna, tierra aún poderosamente mística y arraigada en altivas virtudes de religiosidad cristiana e hispánica.
Licenciado en Sociología y Gestor Cultural
Si lo que se pretende es hablar de la religiosidad en Chillán no podemos negar su gran diversidad, la cual sin lugar a dudas es una de las características socio-culturales más manifiestas a la hora de hablar de la espiritualidad chillaneja. Esto, desde sus inicios como comunidad orgánica ha sido así y es muy probable que permanezca vivo en la retina de quiénes pertenecemos a esta Tierra.
En sus inicios, las primeras órdenes religiosas que empezaron a instalarse en tierras chilenas fueron diversas. Cuentan las crónicas que Don Diego de Almagro ya traía en sus empresas de conquista a los representantes históricos de la actual Orden de la Merced ubicada actualmente al frente del Mercado de Chillán. Junto a ella además acompañan el bautizo sagrado del territorio: Dominicanos y Franciscanos. Estos últimos con un fuerte arraigo monárquico, lo cual sin duda marcó la historia viva de los miembros de la comuna de Chillán, tal y como lo atestiguan autores como Valenzuela (2005) en un artículo altamente esclarecedor denominado: “Los franciscanos de Chillán y la Independencia: Avatares de una Comunidad Monarquista”.
Como es posible visualizar la religiosidad cristiana ha sido una tendencia cultural fuertemente ligada a la fundación de la comuna. Es así como las creencias del nazareno aún siguen fuertemente edificadas y con un amor patrimonial aún vivo. Como reflejo de ello es el no querer (generalizado) demoler el Templo de las Carmelitas o el guiarse al ritmo de las “Campanadas de la Catedral”. Muchas son las facetas de este espíritu religioso, apelando desde el “sentido patrimonial” y llegando inclusive hasta nuestros dialectos en privado.
Contemporáneamente muchos hablan de la pérdida de este espíritu, pero si uno realiza el ejercicio de escuchar y comprender el dialecto del chillanejo, pronto dará cuenta que esto no es así. El ejemplo más claro de ello es la forma de designar las la mayoría de las Plazas de la comuna, las cuales son denominadas por sus Templos Cristianos más próximos y no por su nomenclatura histórico-militar: Plaza Sargento Aldea (llamada “La Merced”), Plaza General Lagos (denominada “San Francisco”) , Plaza Héroes de Iquique (llamada “Santo Domingo).
Son estas marcas culturales las que han hecho de la religiosidad chillaneja el girar en torno a un Tradicionalismo Histórico, emergente desde los primeros años de la fundación de la comuna, pero a la vez por el culto diverso hacia diversas santidades aún vigentes. El Alma de Chillán vive aún en las sombras de esos templos sagrados y sacralizados por sus propios miembros. Es tarea de todos reconocer la enorme historia religiosa que posee esta comuna, tierra aún poderosamente mística y arraigada en altivas virtudes de religiosidad cristiana e hispánica.