Marco Aurelio Reyes Coca.
Decano de la Facultad de Educación y Humanidades / UBB
Autor del Libro Crónica Chillanejas
(publicación autorizada por el autor para la red Chillán Antiguo)
“Vecinos de calle Andes, cerca de Matucana, se quejan de las posadas de asnos” (El Mercurio, Santiago, 31 de enero de 1907), añeja noticia gatilladora de recuerdos de burros, cochayuyeros y leche de burra, expendida en barrios santiaguinos, cerros de Valparaíso y pedregosas calles chillanejas. La “leche de burra” era bálsamo para niños, embarazadas, lactantes y “tísicos”, existentes en cada calle como lo vimos en la infancia.
Luego conocimos las bondades del “charqui de burro” tan apreciado como el caballar, tanto que llegaron a venderse 100 toneladas en Valparaíso, sin “denominación de origen” (El Mercurio, Valparaíso 29 de abril de 1854). Las “charquerías” siguen asociadas a las “picadas de chicha y pipeño”, como “embuche y estómito”, sostenedor de “parroquianos de Torito Véjar, el Pata o la Gotera”.
La mitología urbana incorpora al mito cochayuyero, eternizado por Ernesto Vásquez Méndez, “…es nota distinta en estas calles chillanejas, invadidas de pregones estridentes…El hombrecito y su paciente acémila con el eco de un tiempo ido…Su voz casi apagada en medio del bullicio de las calles, llega como un mensaje de dadivosa amistad al recordarnos que más allá de los cerros del poniente está el anchuroso y generoso mar, con su despensa inagotable de dones reservados desde los días de la creación. La carga que transporta el fiel animal que lo acompaña imprime a éste una marcha lenta y cansina, cuya dirección pareciera señalar elñ centro de gravedad del equilibrado bulto. El conjunto hombre bestia, resulta armonioso. Las caseras escogen el atado de su preferencia, el alga rubia o morena que irá a aderezarse de mil maneras en la cocina criolla”. Una brillante semblanza atesorada en “Crónicas Chillanejas”, recopiladas por Oreste Plath, 1986 (Tradiciones de Ñuble, 1986).
El itinerario del cochayuyero se iniciaba en las caletas pesqueras, entre buchupureo y Dichato, usinas disecadoras de las apetecidas algas. Salían en otoño hacia el campo de los cerros costeros, anunciando las “aguas mil de abril”. Al cochayuyero, agregaban ventas de lana, calcetas y gorros de amplia acogida. Seguían el trayecto a Cobquecura, Quirihue, Ninhue, Portezuelo, San Nicolás, Chillán.
Para Manfred Max Neef, Premio Nóbel Alternativo de Economía, existe un “modelo educativo del cochayuyero”, basado en experiencias reales y pertinentes de aprendizaje del hijo y acompañante, ausentes de la escuela, mientras seguían la itinerancia comercial.
La llegada a Chillán era un acontecimiento. La “posada de burros” estaba donde los “Boggioni”, en el callejón del Matadero, hoy Schleyer, donde se concentraban hombres y recuas para descansar y planificar la “operación rastrillo de la ciudad”, recorriendo barrio a barrio. Empataban el tiempo de retorno que coincidía con la llegada de circos, vientos primaverales y volantines. El “peluserío de los pabellones Rodríguez”, bién conocían de la rutina de hombres cercanos al alcoholismo, para molestar a los animales y “requisar” paquetitos de cochayuyo para aumentar la olla familiar.
Nuestro amigo Sergio Sandoval del “Coihayque” de Cobquecura, estando “relegado” en el presidio chillanejo tras el golpe militar, escuchó a un alicaído cochayuyero hablar de procelosos recorridos transcordilleranos obteniendo suculentas ganancias, esfumadas en alcohol y deprimentes burdeles.
Carlos René Ibacache recuerda una estrofa de la “Muestra de Poesía Gráfica” en la Universidad del Bio Bio:
“Cargando el lomo del burro
apenas puede avanzar
cochayuyero, cochayuyero
grita el hombre de la ciudad”
(La Discusión, 21 de marzo, 2007)
¿Qué se hicieron las posadas de burros? Deben buscarse en villa Alegre, arrinconadas por el tiempo y la modernidad. Seguirá siendo una silueta de la historia urbana.
Una las posadas de burros en Chillan, en la que es hoy Avenida Schleyer, en realidad el nombre era el sitio de los "Buglionni" y no los Bollionni como se mencionan, tengo la escritura donde consta y era vecino de ellos aquí en Schleyer, en todo caso pude tener hasta hace poco a los "cochallulleros" en su aparcamiento de burros que hoy no existe, como bien lo dice la nota. Vengan pronto a sacar a fotos, hoy aqui se construyen departamentos como "gran aporte arquitectónico a la ciudad" y de eso no habrá vestigio en pocos meses mas. Saludos Jaime Ayala
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