De un tiempo a esta parte, me vi involucrado en la busca sistemática de fantasmas, de aquellos recuerdos olvidados por el paso del tiempo; me vi caminando por calles viejas que encerraban miles de cuentos de hadas. Mi memoria, un tanto fragmentada, la necesitaba para anclarme positivamente en mi reconstrucción. / chillanantiguo@gmail.com
viernes, 30 de marzo de 2012
José María Sepúlveda Bustos (1864 – 1925), Médico, Filántropo, Alcalde de Chillán
Médico, Filántropo, Alcalde de Chillán
(Diario La Discusión, 27 de mayo de 1925)
“Jamás a ciudadano alguno de este pueblo se le habían rendido homenajes como lo que la ciudad presenció el domingo último…” Referiéndose al funeral del doctor José María Sepúlveda Bustos, fallecido 6 días antes, un 21 de mayo.
Nació en Chillán en 1864, estudió en el Liceo de Hombres y Medicina en la Universidad de Chile; médico cirujano. El dr. Sepúlveda se instaló en Chillán y muy pronto se convirtió en el doctor de la ciudad; si, tanto de los pacientes a los que atendía sin reparar en honorarios ni en horarios; fuesen civiles, militares, bomberos, religiosos, sindicalistas o deportistas; con todos se entregaba entero con una disposición de servir sin límites.
El doctor de la ciudad llegó a la Municipalidad donde ejerció como Regidor 25 años y 6 como Alcalde. Estamos hablando de un hombre público, tal vez el más notable chillanejo, que hizo de Chillán, de sus necesidades y anhelos, la tarea de su vida y de paso, que compartió sus conocimientos y sus bienes a manos llenas.
Radical, masón y bombero, dn. José María era el líder de las ideas de avanzada social que se vinculaban con el ascenso de las capas medias de la sociedad surgidas de los liceos, escuelas normales y de las universidades; adalid de este ideario jamás reconoció fronteras que limitaran su acción social. Su ejemplar vida pública y privada le ganó el aprecio de quienes lo conocieron y desde luego, de muchos que fueron tocados por su mano amiga en la desgracia; por eso su muerte estremeció a los chillanejos.
En una publicación masónica de 1943, lo describen como “…un hombre de regular estatura y cuerpo muy proporcionado. Su rostro ligeramente moreno, facciones regulares, llenas de simpatía y siempre animado por una sonrisa amable, serena, alegre, activo y diligente…” El panegirista no exageraba, múltiples testimonios coinciden con este retrato y tal vez muchos estarán de acuerdo que aquellos atributos y prestigio público no han vuelto a conocerse en Chillan. Al menos a la altura que llegó el dr. José María Sepúlveda Bustos, el doctor de la ciudad.
“Dn. José María Sepúlveda Bustos tuvo un funeral conmovedor. ;miles de chillanejos lo despidieron con los ojos humedecidos y un nudo en la garganta; una lluvia de flores colmó su tumba y bellas palabras lo despedieron…”(Marco Aurelio Reyes)
“Era activo y diligente, pero jamás precipitado. A un carácter sumamente bondadoso y ecuánime y de una gran prudencia y discreción, tenía una rectitud y una firmeza de propósitos que ninguna fuerza era capaz de desviar cuando estaba convencido de que sus opiniones y propósitos estaban fundados sobre la verdad y orientados hacia la justicia; pero estaba pronto a rectificarse si se le demostraba que estaba equivocado. Así, sin estridentes vehemencias, armado de la razón y fortificado por la justicia, realizaba siempre sus propósitos y, al mismo tiempo, conquistaba la admiración, el respeto y el afecto de todos en forma tan honda y tan sincera, como quizá ningún otro hombre lo ha conseguido hasta ahora en Chillán…Poseía una vasta ilustración y estaba libre de prejuicios. Aunque de ideas políticas muy avanzadas, era ampliamente comprensivo, muy tolerante y, sobre todo, muy benévolo con toda persona, cualesquiera que fueran la condición o las opiniones de esta…Como médico, elevó su profesión a la alta dignidad de un sacerdocio…”(Rigoberto Rivas del valle 1943)
"Chillan fue su cuna,su floracion de vida y de esfuerzos y su sepulcro.Como alcalde de aquella ciudad hizo obras de localismo y de mejoramiento de calles y paseos.
En 1919 ordenò la instruccion primaria obligatoria en un decreto que sirviò de modelo a las demas comunas del pais. Era por sobre todo un hombre de ien,en el mas amplio y total sentido de la palabra.
Aunque radical militante,no habia en Chillan institucion de bien pùblico,no habia corporacion de progreso que no lo contara como el mas entusiasta y activo de sus miembros y en el seno de cada una de estos organismos,su accion se desenvolvia eficaz,oportuna,prudente y practica.Tenia un corazon bueno,mpvido por una voluntad diligente y dirigido por una inteligencia practica y concreta...
En 1925 fue elegido presidente de la convencion radical de Chillan.
No llego a ser parlamentario.Prefiriò vivir y morir en su terruño, acariciado por todos y llorado tambien por muchos el dia en que se fuè, 22 de Mayo de 1925"....(Segun don Virgilio Figueroa en su Diccionario Biográfico)
Como Alcalde de Chillán, impulso junto al Intendente de la época (Vicente Méndez Urrejola)muchas obras de adelanto en la ciudad, dotándolo de alcantarillado, luz, salud y educación. En su administración Municipal (1918 – 1921)se fundó la “Biblioteca Púbica Municipal de Chillán”
FUNDACIÓN BIBLIOTECA MUNICIPAL DE CHILLÁN
Conste por el presente Documento que esta Biblioteca fue fundada por la Ilustre Municipalidad de Chillán, elejida por el pueblo para el tienio 1918 . 1921, como se testifica por los siguientes acuerdos municipales:
En la 17ª Sesión ordinaria de la I. Municipalidad celebrada el 14 de Noviembre de 1918, a petición del Primer Alcalde Señor José María Sepúlveda Bustos, se acordó por unanimidad en el Presupuesto, una partida nueva que dice: “Partida 13º -Item 1º.Para organización i funcionamiento de una Biblioteca Pública, $ 1.000,00”.
En la 18ª Sesión ordinaria de la I. Municipalidad celebrada el 21 de Noviembre de 1918, con asistencia de los: Señores: Primer Alcalde Don José María Sepúlveda Bustos – Segundo Alcalde Don José Santos Cuitiño – Tercer Alcalde Don Nicasio Andrade R. – Regidores: José M. Sepúlveda Palacios – Ricardo Solar B. – Enrique Warnken – Manuel Jesús Peña – Marcos Camus y el Secretario Don Pedro Espinoza G. se aprobó por unanimidad en el Presupuesto presentado por la Alcaldía, la siguiente Partida:
“Partida 12ª. Item 5º. Para instalación y mantenimiento de una “Biblioteca Pública Municipal” - $ 15.000,00”
Este acuerdo fue calificado por la Asamblea Constituyente celebrada en 1º de Diciembre de 1918.
En la 20ª Sesión del 12 de Diciembre de 1918 fue aprobada por unanimidad un Decreto de la Alcaldía que nombra •Director de la Biblioteca Pública Municipal a don Jermán Muñoz, acuerdo que fue ratificado por la I. Municipalidad en la 24ª Sesión del 6 de Febrero de 1919.
La Biblioteca fue inaugurada solemnemente el 29 de Marzo de 1919.
Personal de la I. Municipalidad del Trienio 1918 – 1921 – Que acordó la Fundación de una Biblioteca Pública Municipal.
Primer Alcalde Señor José María Sepúlveda Bustos
Segundo Alcalde Señor José Santos Cuitiño
Tercer Alcalde Señor Nicasio Andrade R.
Primer Rejidor Señor Manuel Jesús Peña
Segundo Rejidor Señor José Manuel Sepúlveda Palacios
Tercer Rejidor Señor Marcos Camus
Cuarto Rejidor Señor Enrique Warnken
Quinto Rejidor Ricardo Solar B.
Sexto Rejidor Francisco Schleyer
Secretario Municipal Señor Pedro Espinoza G.
Director de la Biblioteca Pública Municipal, Señor Jermán Muñoz.
Desde el mes de Julio del presente año es Primer Alcalde, Don Ricardo Solar B.
Chillán, Agosto de 1919.
(fuente Biblioteca Municipal, Silla del Sol, Grupo Chillán Antiguo)
Josue Smith Solar (1867- 1938)
Fuente / Red Brügmann, Investigación, Arte, Conservación & Restauración
http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2010/11/josue-smith-solar-y-los-primeros.html
Nació en 1867, único hijo del ingeniero norteamericano Silas Baldwin Smith, y Leonor Solar Ojeda, propietarios del fundo San José de Chillán. Cuando el pequeño Josue tiene seis años, su padre muere, dejando a su madre en una delicada situación, donde el dinero al parecer no era abundante. Se educa en el Colegio de los Sagrados Corazones de Santiago y en 1885 viaja a Estados Unidos a estudiar arquitectura en el Polytechnic College of Philadelphia, rompiendo la corriente de la mayoría de los jóvenes que viajaban a Paris a estudiar en la école de Beaux Arts.
Norteamérica es en esa época un nuevo foco de producción occidental de arte y arquitectura, que contraponiéndose al academicismo europeo, comienza a ver en la ingeniería y el diseño, las armas fundamentales para crear obras a escala humana, en armonía con el ambiente y de clara funcionalidad, aunque sin olvidar la estética del arte y estilo. Son sus mayores exponentes los afamados arquitectos Richardson y Sullivan, quienes influenciaron con su propuesta a la mayoría de los estudiantes de la época, incluido al propio Smith Solar.
Sus días de estudiante fueron complicados, la nostalgia por Chile y la escasez de dinero; hicieron que incluso debiera vender los muebles de su casa para poder pagar las cuentas de la profesora de francés que el mismo había contratado. Aun así, con grandes dotes, se tituló de “bachelor of architecture” en 1888. Tres años más tarde, y con motivo de la Exposición Internacional de Paris, parte junto a sus primos a recorrer Europa en bicicleta.
En el viejo continente se empapa y maravilla de la tradición arquitectónica inglesa, el estilo tudor y las reminiscencias del victoriano. Recorre Paris, Alemania, Italia y Rusia; valorando el despertar de la lujosa cultura de los zares, que a fines del siglo XIX había comenzado un creciente proceso nacionalista, equiparando su arte y arquitectura al resto de Europa.
Buen gusto, simpatía y versatilidad fueron las notas distintivas en la obra de Smith Solar. Un ingeniero- arquitecto educado en Estados Unidos, que debió enfrentar los acelerados cambios de una arquitectura que comenzaba a dejar atrás las pretenciosas formas del eclecticismo, y se sumía en una evidente inclinación hacia la funcionalidad.
Su temperamento inquieto y creativo ideó los planos de elegantes cotagges apegados al concepto de Ciudad jardín; suntuosos palacetes neoclásicos, modernos edificios en altura, enormes complejos educacionales e incluso proyectos urbanísticos como balnearios y parques.
El nombre de Smith Solar parece sonar hoy sólo por la ocupación y desalojo de su casa en Avenida República por un colectivo cultural Okupa. Su desconocida figura formó parte de los más destacados y descollantes arquitectos de principios de siglo, cultivando un sinfín de estilos que manejó con maestría y autenticidad; y cuya obra hoy es palpable en la mayoría de las ciudades de nuestro país. Desafortunadamente, a pesar de ser contemporáneo a arquitectos tan renombrados como Larraín Bravo, Kulzcweski, Bieregel, Forteza, e incluso Cruz Montt; la vida de Smith Solar parece estar condenada a un familiar anonimato, tal vez por su propio temperamento poco asiduo a la vida social, y la lamentable pérdida de su archivo personal, rechazado por universidades en donación y que terminó en la papelera vendido por cartoneros.
Cuando regresa a Estados Unidos en 1891, se establece en Wilmington, abriendo una oficina de arquitectura en el número 869 de la Market Street. A unas cuadras el padre de la arquitectura ecológica, Frank Lloyd Wright, también abre su oficina. Aunque jamás trabajaron juntos, en sus primeros años Smith y Wright guardarán gran similitud en sus trabajos, sobre todo en volumetría y proporciones formales de sus edificios; y en el uso de la madera como material para techumbres y revestimientos.
Paralelamente hace un master en arquitectura en Filadelfia, siendo discípulo del famoso arquitecto estadounidense Theophilus Chandler, gran gestor del revival norteamericano, con obras eclécticas cercanas al gótico victoriano y el jacobino.
En Estados Unidos, sus primeros trabajos se relacionan con el diseño y remodelación de interiores, trabajando en la construcción de los lujosos vagones del tren entre Boston y White Mountain. También parece haber erigido numerosas residencias particulares en el condado de Delaware, la remodelación de oficinas en Wilmington y algunos proyectos de iglesias presbiterianas. Además se desempeñaba como fotógrafo, dibujante y diseñador gráfico; ideando carteles publicitarios de los tranvías y el teatro, ilustrador de una revista, y activo participante en una orquesta como intérprete de la mandolina.
En 1893 con una carrera en auge, se casa con Cecilia Miller, hija de una importante familia de colonos alemanes. Viajan a Chicago para la luna de miel, y unos meses más tarde a New York, para embarcarse rumbo a Chile.
En abril de 1894 llegan a Santiago. Abre una oficina en la calle Moneda, y publica artículos en el diario El Ferrocarril, haciéndose de fama rápidamente, en una ciudad donde los ingenieros y arquitectos escaseaban. Sus primeros trabajos los desarrolla en Chillán, construyendo una casa para el molinero Manuel Wicker. También se le encomienda el nuevo edificio del teatro de Chillán, que nunca se concretó, pero en entusiasmó tanto a Smith, que escribió un extenso manual sobre diseño de teatros modernos.
Es en Santiago donde su obra adquiere gran preponderancia. El loteo de la antigua Quinta Meiggs crea un nuevo sector elegante, donde se comenzaron a elevar suntuosos cotagges, bajo el concepto de Ciudad jardín. Son estos los primeros ejemplos que rompen el esquema de fachada continua, y la monotonía neoclásica que tenía la ciudad. Lo mismo pasa con el loteo de fundos en el sector oriente, Providencia, Ñuñohue y Macul; son sitios ideales para crear grandes villas, de los más variados estilos, con una enorme casa principal, una o dos viviendas se servicio, cocheras y un gran parque, donde ver crecer a la familia o ir de paseo, alejándose del bullicio moderno de Santiago. En Providencia por ejemplo, Smith poseía una extensa propiedad donde había construido un simpático pabellón de portería, que más tarde vendió al industrial Arnaldo Falabella, cuyo palacio renacentista (actual Municipalidad de Providencia) y el pabellón de Smith, aun es posible ver en plena Avenida Pedro de Valdivia.
En 1900 cambia su oficina a la calle Huerfanos, y con gran entusiasmo inicia una serie de proyectos, construyendo poblaciones en Viña del Mar, y encargándose personalmente de las labores urbanísticas del nuevo Balneario de Papudo, fruto del loteo del fundo que poseía Fernando Irarrázabal, V marqués de la Pica. El pago de sus honorarios incluyó un pequeño paño frente al mar, alzando su residencia de verano. Además construyó en Papudo la casa de Horacio Recart, la de Julio Zamora, y el enorme Hotel Papudo, primero de categoría internacional, y que lamentablemente fue destruido en 1940 por un incendio.
En el vecino balneario de Zapallar, erigió las residencias de Carlos Aldunate, la de doña María Luisa McClure imitando un antiguo granero del Medioevo alemán en Medingen. Levanta otros chalets en Viña del Mar y en el otrora elegante balneario de Cartagena. Todas estas residencias parecen pertenecer a un mismo estilo, con atractivos detalles ornamentales, altas techumbres, torres, galerías, aleros y marquesinas; donde la tejuela de cedro y la madera en general tiene gran protagonismo. Estos detalles ornamentales eran diseñados y bosquejados por Smith, y muchas veces además diseñaba parte del mobiliario de la casa, como lo hacía la mayoría de los completos arquitectos de principios del 900.
Durante toda su carrera, Smith, demostró ser un versátil arquitecto, inclinándose por los estilos historicistas, que respondían a una estética magnífica pero de gran comodidad y modernidad. Diseñó numerosos edificios bajo esta corriente, siendo su preferido lo cercano al cotagge inglés, con reminiscencias del tudor, e incluso isabelino. Además cultivó en algunos ejemplos elementos del gótico, neoclásico y art nouveau; culminando en la severidad de los estilos modernistas, que abandonaron la pretensión de las formas extravagantes, en pos de líneas simples y funcionales. Sus últimos trabajos se encausaron en la conformación del Barrio Cívico, creando sobrios, altos y elegantes edificios, como es el Hotel Carrera y el Edificio del Ministerio de Hacienda.
El Neogótico
Hacia el 1900 el historicismo tiene un nuevo auge, y el neogótico se impone como un extravagante estilo, que con sus sinuosas e intrincadas formas cautivó a gran parte de la población. En Chile, el español José Forteza ideó los planos de los más conocidos ejemplos: las residencias de los señores Undurraga y Guzmann, ambas demolidas tristemente en la década del 70.
Paralelamente, Smith también crea una serie de edificios con elementos neogóticos de excelente proporción y diseño. En la Calle Compañía proyecta tres edificios adosados, con fachadas distintas que incorporan elementos góticos en ventanas y frontones.
Otro ejemplo es un edificio en la calle Alonso de Ovalle, con un arco central que resguarda las dos puertas de ingreso, y se eleva en tres pisos, más mansarda; con elementos decorativos propios del gótico como rosetones, arcos apuntados y figuras alegóricas, obteniendo el primer premio en el Concurso de Fachadas de 1912. Fue demolido en 1990.
En la calle San Diego también diseñó un edificio con las mismas características, remodeló en el estilo gótico la residencia de la familia Cruzat en Calle Dieciocho, aun existente. Además diseñó la casa de Juan Mackenna en Monjitas con Mosqueto; y quizás su obra más conocida: el remozamiento de la fachada de la Basílica del Salvador en Santiago, donde imprime con gran astucia y coherencia los elementos formales del gótico: Arquerías ojivales, rosetones y pináculos, tres espectaculares portadas con figuras del evangelio, entre tantos y profusos elementos decorativos, que hoy lamentablemente penden de un hilo tras el abandono y los dos últimos terremotos.
El Neoclásico
Aunque no son muchos los ejemplos en la trayectoria de Smith, las obras que construyó respondieron a un neoclásico formal y de grandes proporciones, cuya característica principal fueron los grandes espacios y una especial preocupación por los pórticos de ingreso, donde imprime alturas magníficas e incluye grandes columnas y escalinatas.
Quizás por su educación en estados unidos, Smith, parece haber empleado un neoclásico de características más sobrias y elegantes que el pretencioso neoclásico francés, imperante en la mayoría de las capitales del mundo. De su obra sobresalen tres grandes mansiones, que guardan gran similitud. Una de ellas es la enorme residencia de la familia Alessandri en la Avenida República, cercana al neoclásico francés. La solución que le dio a la esquina, se alejó del típico concepto de fachadismo y torre, generando una gran terraza diagonal al terreno, con un conjunto de escalinatas que desembocan en un grandioso pórtico de doble altura, con dos grandes columnas. La fachada se desarrolla en dos pisos, más zócalo y una amplia terraza en el último nivel, con parrones. Aunque asimétrica, la neoclásica mansión, tiene elementos decorativos de gran nivel, distintos tipos de vanos y frontones, grandes rejas y balcones, pilastras y pabellones anexos para el servicio.
Otra gran mansión fue la que construyó para Agustín Edwards en 1916, posteriormente Embajada de Italia, en la calle Miguel Claro, y la mansión para la Embajada de Gran Bretaña en Avenida Vicuña Mackenna. Ambas casas son parecidas, en especial en el tratamiento de las techumbres con aleros y pequeños tragaluces. También tienen grandes pórticos con columnas y frontones clásicos, que desarrollan fachadas extensas pero dinámicas, con grandes espacios interiores y una especial atención en detalles ornamentales, escalinatas exteriores, escaleras interiores y diseño del parque, con piletas, espejos de agua y terrazas. Lamentablemente la mansión de Edwards fue demolida, y la Embajada británica hoy la ocupa una empresa que ha remodelado los interiores, tapeado las ventanas exteriores, y eliminado los elementos decorativos, perdiéndose el severo estilo que imprimió Smith.
Otros trabajos relacionados con lo neoclásico fueron la remodelación interior del Palacio Edwards del fundo Quilpué, en San Felipe (Hoy en ruinas). El diseño de un edificio para el concurso del Club de la Unión, que ganó Alberto Cruz Montt; la reconstrucción del antiguo Museo Nacional de la Quinta Normal, destruido por el terremoto de 1906; y el nuevo edificio del Portal Fernández Concha, que había sido destruido por un incendio a principios del siglo XX.
El estilo Inglés
El estilo “tudor” que consiguió imprimir en la mayoría de las residencias que construyó, fue quizás su recurso favorito y un distintivo de su obra. La concepción de grandes villas a la inglesa victoriana, o estilos más severos cercanos a tendencias medievales, fueron grandes protagonistas e invadieron rincones de Santiago y la zona costera de Chile. Construyó su propia casa en la Avenida república 550, en estilo Tudor, de gran factura y elegante forma, con galerías y pérgolas hacia el jardín. Sin mayores pretensiones, como él decía, era una casa donde ver crecer a su familia, en acogedores espacios enmaderados, sin grande lujos, pero con toda la comodidad americana. Tanto amaba su casa, que una fotografía de ella, era la típica tarjeta postal que enviaba a sus amigos en navidad o año nuevo.
Vecina a su casa, construyó en el mismo estilo la casa de la familia Ferrada, formando un gran conjunto. En calle Monjitas proyectó la residencia de don Hernán Gana Edwards, en un estilo más severo, con arquerías, revestimientos que asemejaban piedra, vitrales, almenas y altas techumbres. Su residencia más emblemática y reconocida en estilo victoriano, es la magnífica mansión de don Pedro Torres en Avenida Irarrázabal. La extensa fachada tiene quiebres diagonales, ventanales de doble altura, torrecillas y altos techos. En el interior hay salones enmaderados, un hall de doble altura con vitrales, una biblioteca con muros enmaderados y muebles empotrados, y chimeneas de piedra. Al conjunto se anexa un enorme parque, con un espejo de agua central, un pabellón de portería y una casa de servicio. Hoy esta mansión es el conocido Liceo Manuel de Salas.
Lo inglés está presente en otras residencias de Providencia y el centro de Santiago. La gran mansión de Carlos Larraín Claro en Pedro de Valdivia es un ejemplo, también la casa donde funcionó el Colegio Saint George, las caballerizas que construyó en el Club Hípico para Carlos Cousiño. También el conjunto de viviendas para La Caja de Ahorros de Empleados Públicos en 1916, bajo el concepto de ciudad jardín, un notable conjunto de residencias en Providencia, con fachadas distintas entre sí, y comodidades como toilette, salas de estar y jardines, para empleados de clase media.
El Art Nouveau
Smith incursionó en este peculiar estilo a principios del siglo XX, de forma paralela a Luciano Kulczewski, quizás el mejor exponente de construcción art nouveau en Chile.
No son muchos los ejemplos que persisten, ni tampoco numerosa la obra. En la calle Lord Cochrane n°47, construyó una gran casa para doña Mercedes Padilla en 1905. De dos pisos más mansarda, tenía una fachada con ondulantes y orgánicas formas art nouveau, un balconaje formado por la escultura de una mujer y su cabello, arcos, yesería con elementos vegetales, ventanas y abundantes elementos de fierro forjado y faroles.
Otro ejemplo es la Casa que construyó en el fundo del señor Jorge Vial, cerca de Rancagua. A pesar de que la obra final no se diferencia mucho de las típicas casas chilenas, aun mantiene ciertas características art nouveau, como los corredores y las columnas interiores, con capiteles vegetales. Un hall central de doble altura, grandes loggias, rejas y portones de fierro forjado con formas orgánicas. El bosquejo original mostraba una mansarda redondeada, y una portada con arquería de sinuosas formas, típicas del pretencioso art nouveau vienés o belga.
Los chalets de la costa
La obra de Smith no se limitó a la construcción en Santiago. Las nuevas urbanizaciones en los incipientes balnearios necesitaron de grandes arquitectos que erigieran suntuosas residencias de verano. En Viña del Mar construyó en la cima de la playa Miramar, según los cronistas “la residencia más confortable y elegante de Viña del Mar”; el mítico Castillo San Jorge, construido para Gregorio Donoso y posteriormente adquirido por la familia Lyon. Sus torres con tejas de cedro, galerías con vista al mar, espaciosos salones, terrazas y parrones, no fueron excusa para su demolición en 1977. También erigió un simpático chalet para la familia Riesco, en el sector de Los Castaños en 1905. La casa de Ignacio Infante, y otras residencias en Cerro Castillo y Recreo.
En Papudo la casa de la familia Recart, la de Julio Zamora, de la familia Rawlins, la de Javier Ortúzar, su propia residencia. En Zapallar, la de María Luisa McClure, la de la familia Greve, la de Carlos Aldunate. También en Las Cruces proyectó la casa de Florindo Labbé. En Santo Domingo y Cartagena hay algunos ejemplos también aun existentes.
En el fundo de la familia Eastman en Limache construyó la casa principal y las caballerizas, diseñó la casa de Juan Tocornal en Las Vizcachas; y remodeló la Hacienda San Isidro de Quillota, en estilo renacimiento español en 1926. En otros lugares del sur de Chile también subsisten algunos cotagges revestidos en madera y con grandes techumbres de cedro, como la Casa que encomendó Luis Izquierdo, Carlos Larraín y Luis Barceló como sede para su club de pesca, hoy convertida en un concurrido Hotel cerca del Lago Llanquihue.
En 1920 Josué Smith se asocia con uno de sus hijos, también arquitecto, Thomas E. Smith Miller. Junto a él y su oficina, crearon los más emblemáticos proyectos urbanos, en su mayoría encargos del Gobierno y grandes instituciones educacionales. En 1929 el Santiago College, encarga a Smith S. & Smith M., la construcción de las nuevas instalaciones del colegio en Av. Los Leones con Lota, en estilo renacimiento español, terminándose las ampliaciones y remodelaciones en 1950, por los hijos de Josué Smith, cuando éste ya había muerto.
Otro encargo institucional fue la construcción del edificio de la nueva Universidad Federico Santa María, en honor a este eminente personaje público que murió en Paris en 1925, y legó buena parte de su fortuna para la creación de una Escuela de Artes y Oficios en Valparaíso, adquiriendo un enorme terreno de más de 43 mil metros cuadrados. El estilo elegido fue el gótico escolástico, usado en la mayoría de las universidades americanas, creando un verdadero campus, quizás el primero en el país, con pabellones independientes para cada facultad y otros edificios de servicio, como departamentos para estudiantes.
Uno de sus proyectos más importantes fue la remodelación interior del Palacio de La Moneda, eliminando las antiguas bodegas de la casa de moneda hacia Alameda, y rediseñando los espacios interiores de la casa presidencial y los ministerios, en su mayoría intentando volver al estilo purista de Joaquín Toesca, eliminando estucos y modernizando espacios, como el despacho presidencial en estilo renacimiento español, con artesonado pintado y chimeneas.
También se le encargó el nuevo edificio del Club Hípico, un enorme complejo que se inició en 1918 y se terminó en 1923. El edificio principal, las tribunas de socios, es un verdadero palacio de la ingeniería, en estilo renacentista, que incluyó los primeros trabajos de hormigón armado para las tribunas voladas, tan innovadoras, que los visitantes pensando en el colapso, preferían utilizar las tribunas más bajas, mezclándose con las masas.
Construyó además pabellones y caballerizas, casas de empleados y de administración, en distintos estilos historicistas. Además diseñó el parque, con avenidas de plátanos orientales, pérgolas, terrazas, fuentes y espejos de agua. El conjunto mantiene intacta su magnificencia hoy.
El Modernismo post Guerra
Las últimas obras de Smith se relacionan al ambicioso proyecto del urbanista alemán Karl Brünner y el Barrio Cívico en torno al Palacio de La Moneda. Ahí Smith proyecta dos emblemáticos edificios, de corte moderno, el Ministerio de Hacienda y el Hotel Carrera. Ambos edificios tienen en el primer nivel el esquema de planta libre, organizándose en sus pisos superiores las oficinas y habitaciones. La fachada mantiene los postulados modernistas, pero en los remates y algunos detalles se observa cierta tendencia historicista, o atisbos del art decó; como se aprecia en el grandioso Hall central del Hotel Carrera.
Josué Smith Solar tuvo sus últimas oficinas en el elegante edificio de La Bolsa, donde trabaja minuciosamente junto a su hijo, dos dibujantes belgas y arquitectos colaboradores. Sus amistades en Estados Unidos y Europa, lo hicieron participar en proyectos internacionales, que le dieron gran fama y prestigio. Muere a los 70 años en 1938, continuando con su oficina su hijo Thomas, hasta su muerte en la década de 1950.
La muerte de los Smith se relaciona con la muerte de la pretenciosa arquitectura de principios del siglo XX. Las formas historicistas y extravagantes, fueron condenadas y repudiadas por las nuevas generaciones de estudiantes, que veían en el nuevo concepto norteamericano de arquitectura funcional, el desarrollo de las naciones. Ninguna universidad aceptó en donación el importante archivo particular de la oficina de Smith S. & Smith M., siendo regalado a cartoneros, que lo vendieron en la papelera. La muerte del archivo coincide con el inicio de la muerte también de la mayoría de los grandes palacios de Santiago, muchos de ellos construidos por el propio Smith.
Hoy con una ciudad tan carente de buenos exponentes arquitectónicos sobrevivientes, nos gustaría haber mirado un poco más allá, y haber mantenido esas infatigables obras, que más que un espacio residencial, eran verdaderos monumentos a las artes…
miércoles, 21 de marzo de 2012
CUERPO de BOMBEROS
fotos aporte srs. Carlos Salvo, Gladys Rigall y Judith Rodríguez
Fuente Chillán Antiguo y wwww.bomberoschillan.cl
En Chillán debió ocurrir una tragedia para que se materializara la fundación del Cuerpo de Bomberos, institución cuya historia se confunde con la historia de la ciudad desde el instante mismo de su nacimiento.
Hasta antes de 1880, existía en nuestra ciudad una organización de bomberos de carácter particular, dirigidos y financiados por el industrial Guillermo Davidson. A pesar del carácter particular de esta agrupación, era frecuente su cooperación en incendios que afectaban a la comunidad.
Sin embargo, las autoridades municipales de aquella época entraron en conflicto con el empresario debido a que los ejercicios bomberiles causaban más de algún daño en el pavimento de las calles. El reclamo fue acogido por el señor Davidson, pero advirtió que en caso de ocurrencia de nuevos incendios en la comunidad él no prestaría sus valiosos auxilios. El destino quiso que a los pocos días se declarara un incendio de grandes proporciones en el edificio del Mercado Municipal. Los bomberos del señor Davison se limitaron a salvar los bienes de una familia vecina al lugar siniestrado. El edificio sucumbió rápidamente ante el avance de las descontroladas llamas, a la vista e impotencia de una comunidad que se encontraba en absoluta indefensión.
Este triste acontecimiento encendió aún más el deseo que bullía en el espíritu de un grupo de chillanejos deseosos de dar forma a tan noble institución de voluntarios para el servicio público. Fue así como en una reunión celebrada el día 25 de junio de 1880 se echaron las bases y se dio nacimiento al Cuerpo de Bomberos de Chillán, en la oportunidad se suscribió un acta, que constituye toda una “partida de nacimiento” de la institución.
La que aquí se transcribe como una forma de perpetuarla en el tiempo: “En Chillán a veinticinco de junio de mil ochocientos ochenta, los que suscriben acuerdan fundar en esta ciudad un Cuerpo de Bomberos; al efecto, nombran una comisión compuesta por los señores Pedro Juan Solar, Eulogio Cortínez, Juan de Dios Rivera, Juan José Ayala, Benjamín Goldenberg y Salustio Beeche, con el objeto que recolecten fondos, organicen el Cuerpo, determinen el número de Compañías de que debe constar y hagan las diligencias necesarias a su fundación.
“Esta comisión tendrá la facultad de reintegrarse con cualquier persona del pueblo en caso de renuncia de alguno de ellos. “Para constancia se firmó la presente Acta y la firmaron: Juan de Dios Novoa, Nicolás Alamos, Eulogio Cortínez, Ladislao Munita, Cirilo Gatica, Amaro Pérez, Juan Nascimiento, Manuel Matus, Carlos Castellón, Carlos Alamos, Ignacio Brunet, Alejandro Arias, Matías Alarcón, Teodoro López, Camilo Munita, Urbano Bustos, Salustio Beeche, Plácido Santapau, José M. Cabezas, Benjamín Goldenberg, Adrían Santapau, Carlos Goldenberg, Mauricio Herrera, Germán Gabler, José M. Martín, Juan J. Ayala y Leoncio Martín M.” La comisión señalada fue presidida por el señor Pedro Juan Solar, abogado y notario público de Chillán, quien, al año siguiente asume como superintendente del primer Directorio General de la institución; Benjamín Goldenberg en calidad de secretario-tesorero, y Juan José Ayala, como comandante. Luego se unieron a ellos el señor Salustio Beeche, director de la Primera Compañía y el director de la Segunda Compañía.
Luego de fundado el Cuerpo de Bomberos, se hizo necesario dar forma a cada uno de los pilares sobre los cuales se afianzaría el desarrollo de esta institución. Fue así como rápidamente se iniciaron las gestiones para crear una Primera Compañía de Bomberos.
TERCERA COMPAÑÍA
“Constancia y Disciplina”
1883, tres años desde la fundación del Cuerpo de Bomberos de la ciudad (1880); Chillán ya contaba con dos flamantes Compañías. La experiencia demostraba que se hacía necesaria la presencia de otra unidad o de otro grupo de bomberos voluntarios para que ayudara y complementara a los ya existentes en la ardua tarea de extinguir el voraz elemento.
La historia es muy parecida a la de muchas ciudades del país, donde la comunidad voluntaria organizada da formación a esta noble institución.
Uno de aquellos voluntarios fue el martir don. José Florindo Lagos (hoy una calle lleva su nombre, sector Pedro Lagos), fallecido en Acto de Servicio a las 12:28 hrs. el día 29 de Noviembre de 1958, en trágicas circunstancias, mientras tripulaba un carro que se dirigía a un amago de incendio en un edificio en construcción ubicado en Avenida Libertad al lado oriente de Teatro O´Higgins.
Durante el trayecto y luego de un viraje del carro que tripulaba, el Voluntario Lagos se desprendió del pasamano, azotando su cabeza contra un árbol y cayendo herido de muerte al pavimento frente a la Escuela Técnica Femenina.
Desde ese medio día un negro crespón cubre las beneméritas páginas del Cuerpo de Bomberos de Chillán. (Tercera Compañía)
Fuente Chillán Antiguo y wwww.bomberoschillan.cl
En Chillán debió ocurrir una tragedia para que se materializara la fundación del Cuerpo de Bomberos, institución cuya historia se confunde con la historia de la ciudad desde el instante mismo de su nacimiento.
Hasta antes de 1880, existía en nuestra ciudad una organización de bomberos de carácter particular, dirigidos y financiados por el industrial Guillermo Davidson. A pesar del carácter particular de esta agrupación, era frecuente su cooperación en incendios que afectaban a la comunidad.
Sin embargo, las autoridades municipales de aquella época entraron en conflicto con el empresario debido a que los ejercicios bomberiles causaban más de algún daño en el pavimento de las calles. El reclamo fue acogido por el señor Davidson, pero advirtió que en caso de ocurrencia de nuevos incendios en la comunidad él no prestaría sus valiosos auxilios. El destino quiso que a los pocos días se declarara un incendio de grandes proporciones en el edificio del Mercado Municipal. Los bomberos del señor Davison se limitaron a salvar los bienes de una familia vecina al lugar siniestrado. El edificio sucumbió rápidamente ante el avance de las descontroladas llamas, a la vista e impotencia de una comunidad que se encontraba en absoluta indefensión.
Este triste acontecimiento encendió aún más el deseo que bullía en el espíritu de un grupo de chillanejos deseosos de dar forma a tan noble institución de voluntarios para el servicio público. Fue así como en una reunión celebrada el día 25 de junio de 1880 se echaron las bases y se dio nacimiento al Cuerpo de Bomberos de Chillán, en la oportunidad se suscribió un acta, que constituye toda una “partida de nacimiento” de la institución.
La que aquí se transcribe como una forma de perpetuarla en el tiempo: “En Chillán a veinticinco de junio de mil ochocientos ochenta, los que suscriben acuerdan fundar en esta ciudad un Cuerpo de Bomberos; al efecto, nombran una comisión compuesta por los señores Pedro Juan Solar, Eulogio Cortínez, Juan de Dios Rivera, Juan José Ayala, Benjamín Goldenberg y Salustio Beeche, con el objeto que recolecten fondos, organicen el Cuerpo, determinen el número de Compañías de que debe constar y hagan las diligencias necesarias a su fundación.
“Esta comisión tendrá la facultad de reintegrarse con cualquier persona del pueblo en caso de renuncia de alguno de ellos. “Para constancia se firmó la presente Acta y la firmaron: Juan de Dios Novoa, Nicolás Alamos, Eulogio Cortínez, Ladislao Munita, Cirilo Gatica, Amaro Pérez, Juan Nascimiento, Manuel Matus, Carlos Castellón, Carlos Alamos, Ignacio Brunet, Alejandro Arias, Matías Alarcón, Teodoro López, Camilo Munita, Urbano Bustos, Salustio Beeche, Plácido Santapau, José M. Cabezas, Benjamín Goldenberg, Adrían Santapau, Carlos Goldenberg, Mauricio Herrera, Germán Gabler, José M. Martín, Juan J. Ayala y Leoncio Martín M.” La comisión señalada fue presidida por el señor Pedro Juan Solar, abogado y notario público de Chillán, quien, al año siguiente asume como superintendente del primer Directorio General de la institución; Benjamín Goldenberg en calidad de secretario-tesorero, y Juan José Ayala, como comandante. Luego se unieron a ellos el señor Salustio Beeche, director de la Primera Compañía y el director de la Segunda Compañía.
Luego de fundado el Cuerpo de Bomberos, se hizo necesario dar forma a cada uno de los pilares sobre los cuales se afianzaría el desarrollo de esta institución. Fue así como rápidamente se iniciaron las gestiones para crear una Primera Compañía de Bomberos.
TERCERA COMPAÑÍA
“Constancia y Disciplina”
1883, tres años desde la fundación del Cuerpo de Bomberos de la ciudad (1880); Chillán ya contaba con dos flamantes Compañías. La experiencia demostraba que se hacía necesaria la presencia de otra unidad o de otro grupo de bomberos voluntarios para que ayudara y complementara a los ya existentes en la ardua tarea de extinguir el voraz elemento.
La historia es muy parecida a la de muchas ciudades del país, donde la comunidad voluntaria organizada da formación a esta noble institución.
Uno de aquellos voluntarios fue el martir don. José Florindo Lagos (hoy una calle lleva su nombre, sector Pedro Lagos), fallecido en Acto de Servicio a las 12:28 hrs. el día 29 de Noviembre de 1958, en trágicas circunstancias, mientras tripulaba un carro que se dirigía a un amago de incendio en un edificio en construcción ubicado en Avenida Libertad al lado oriente de Teatro O´Higgins.
Durante el trayecto y luego de un viraje del carro que tripulaba, el Voluntario Lagos se desprendió del pasamano, azotando su cabeza contra un árbol y cayendo herido de muerte al pavimento frente a la Escuela Técnica Femenina.
Desde ese medio día un negro crespón cubre las beneméritas páginas del Cuerpo de Bomberos de Chillán. (Tercera Compañía)
martes, 20 de marzo de 2012
REGIMIENTO R.I. 9 Chillán
Marco Aurelio Reyes Coca
Decano de la Facultad de Educación y Humanidades / UBB
Autor del Libro Crónicas Chillanejas
(publicación autorizada por el autor para la red Chillán Antiguo)
Fotos aporte sr. Leonardo Rivas Ramos, Luis Vicente (las fotografias corresponden al período 1910)
A comienzos de 1948, la ciudad de Chillán se veía conmovida ante la posibilidad de reducir la dotación del Regimiento RI9, incluyendo la Banda Instrumental, ante diversos problemas ventilados en sesión municipal, según comentaba La Discusión del 23 y 24 de febrero de ese año. La inquietud del municipio y de la comunidad se basaba en la política de destinaciones militares por la creación de otras unidades en la Tercera División del Ejercito.
La mayor inquietud, según el segundo comandante de la Unidad Militar, mayor Osvaldo Campos, era la construcción definitiva del cuartel que funcionaba en malísimas condiciones desde 1945, en calle Isabel Riquelme 230, correspondiente a la actual cárcel y juzgados, severamente dañados por el terremoto de 1939. Durante el sismo perecieron dos de sus oficiales. Para lograr tal objetivo, se inicia una campaña pública.
Al parecer el problema era más de fondo, según lo señalado por La Discusión del 10 de julio de 1948: “Chillán está en peligro de perder su querido Regimiento de Infantería” Ello, debido a las indecorosas condiciones en que la tropa debía mantenerse en la ciudad. El propio Comandante Teniente Coronel Julio Figueroa Quinteros, declaraba que “ vivímos en un nivel tan bajo, que ya es desdoroso seguir comentándolo”. Como respuesta ciudadana, el Rotary de Chillán iniciaba una campaña de opinión para involucrar a todos los actores sociales en el meollo del problema, incluyendo a los propios militares y parlamentarios.
Aprovechando la inauguración de la Planta Hidroeléctrica “El Sauzal”, cerca de Rancagua, el senador Humberto Aguirre Dolan había conseguido que el Ministro de Defensa, general Guillermo Barrios Tirado, declarará que “El Regimiento se mantendría en su guarnición”, según anunciaba La Discusión del 17 de julio de 1948. Algo se había conseguido.
Mientras tanto, el Rotary seguía su campaña para construir el nuevo cuartel y dotar de viviendas dignas a su personal militar. Por su parte, La Discusión dirigía una campaña pública promoviendo la reunión de las autoridades locales con el Comandante de la Tercera División, General Arístides Vásquez. El 29 de julio de 1948 se informaba, a través de la primera página de La Discusión, que el Senador Gustavo Rivera había presentado una indicación con acuerdo del Ministro de hacienda para destinar diez millones de pesos anuales en los presupuestos de la Nación, destinados a la construcción del nuevo Cuartel del Regimiento Chillán. El 4 de agosto se informaba que el Senado había aprobado la indicación del Senador Rivera, destacando las gestiones que había realizado el vecino chillanejo Armando Martín. De esta manera se podría alcanzar la solución definitiva a un problema que aquejaba a toda la sociedad. El traslado definitivo del Regimiento R.I. 9 a sus actuales dependencias en calle Vicente Méndez y que pertenecíeran a la Quinta Agrícola de Chillán, se produce recién en la década de 1950.
La experiencia vivida por los chillanejos muestra que en ese momento, 1948, no sólo estuvo en peligro de perderse la Banda del Regimiento, un sueño inconcluso, sino que también existió la posibilidad cierta de verse alejarse a todo su querido Regimiento hacia otra ciudad, nada más que por la falta de preocupación por las condiciones de la calidad de vida en que deben vivir los soldados.
Decano de la Facultad de Educación y Humanidades / UBB
Autor del Libro Crónicas Chillanejas
(publicación autorizada por el autor para la red Chillán Antiguo)
Fotos aporte sr. Leonardo Rivas Ramos, Luis Vicente (las fotografias corresponden al período 1910)
A comienzos de 1948, la ciudad de Chillán se veía conmovida ante la posibilidad de reducir la dotación del Regimiento RI9, incluyendo la Banda Instrumental, ante diversos problemas ventilados en sesión municipal, según comentaba La Discusión del 23 y 24 de febrero de ese año. La inquietud del municipio y de la comunidad se basaba en la política de destinaciones militares por la creación de otras unidades en la Tercera División del Ejercito.
La mayor inquietud, según el segundo comandante de la Unidad Militar, mayor Osvaldo Campos, era la construcción definitiva del cuartel que funcionaba en malísimas condiciones desde 1945, en calle Isabel Riquelme 230, correspondiente a la actual cárcel y juzgados, severamente dañados por el terremoto de 1939. Durante el sismo perecieron dos de sus oficiales. Para lograr tal objetivo, se inicia una campaña pública.
Al parecer el problema era más de fondo, según lo señalado por La Discusión del 10 de julio de 1948: “Chillán está en peligro de perder su querido Regimiento de Infantería” Ello, debido a las indecorosas condiciones en que la tropa debía mantenerse en la ciudad. El propio Comandante Teniente Coronel Julio Figueroa Quinteros, declaraba que “ vivímos en un nivel tan bajo, que ya es desdoroso seguir comentándolo”. Como respuesta ciudadana, el Rotary de Chillán iniciaba una campaña de opinión para involucrar a todos los actores sociales en el meollo del problema, incluyendo a los propios militares y parlamentarios.
Aprovechando la inauguración de la Planta Hidroeléctrica “El Sauzal”, cerca de Rancagua, el senador Humberto Aguirre Dolan había conseguido que el Ministro de Defensa, general Guillermo Barrios Tirado, declarará que “El Regimiento se mantendría en su guarnición”, según anunciaba La Discusión del 17 de julio de 1948. Algo se había conseguido.
Mientras tanto, el Rotary seguía su campaña para construir el nuevo cuartel y dotar de viviendas dignas a su personal militar. Por su parte, La Discusión dirigía una campaña pública promoviendo la reunión de las autoridades locales con el Comandante de la Tercera División, General Arístides Vásquez. El 29 de julio de 1948 se informaba, a través de la primera página de La Discusión, que el Senador Gustavo Rivera había presentado una indicación con acuerdo del Ministro de hacienda para destinar diez millones de pesos anuales en los presupuestos de la Nación, destinados a la construcción del nuevo Cuartel del Regimiento Chillán. El 4 de agosto se informaba que el Senado había aprobado la indicación del Senador Rivera, destacando las gestiones que había realizado el vecino chillanejo Armando Martín. De esta manera se podría alcanzar la solución definitiva a un problema que aquejaba a toda la sociedad. El traslado definitivo del Regimiento R.I. 9 a sus actuales dependencias en calle Vicente Méndez y que pertenecíeran a la Quinta Agrícola de Chillán, se produce recién en la década de 1950.
La experiencia vivida por los chillanejos muestra que en ese momento, 1948, no sólo estuvo en peligro de perderse la Banda del Regimiento, un sueño inconcluso, sino que también existió la posibilidad cierta de verse alejarse a todo su querido Regimiento hacia otra ciudad, nada más que por la falta de preocupación por las condiciones de la calidad de vida en que deben vivir los soldados.
sábado, 10 de marzo de 2012
CARLOS DORLHIAC (1880-1973) artista mayor de la pluma y la lente
…un maestro de lo simple, retrató una época, y no a los principales, sino al pueblo, al trabajador, al pobre, al menesteroso, al desprotegido quizás; en un mundo en que la fotografía era un recurso donde se retraban los salones y familias; el llegó a la calle, inmortalizando la apacible vida de un Chillán sin prisa…(Máximo Beltrán…)
p. Patricia Orellana Cea.
Siempre habíamos escuchado hablar de Carlos Dorlhiac. Lo hacia con admiración y afecto Alfonso Lagos Villar, quién fuera director propietario del Diario La Discusión; el pintor Gumercindo Oyarzo recordaba a Dorlhiac y se deshacía en alabanzas, tanto hacia su persona como hacia su talento. Y lo mismo pasaba con artistas como Ramón Toro, Jorge Cháves, Baltazar Hernández, Helga Yufer, Noemí Mourges y tantos otros.
Pero como suele pasar, la memoria es frágil y las gratitudes se adelgazan muchas veces con el paso del tiempo. El mismo fenómeno se vivió a nivel nacional, donde la figura de Carlos Dorlhiac tuvo gran relevancia.
Para suerte de los amantes del arte, Juan Carlos Valle Lasserre, ingeniero civil de la Universidad Católica y magister en Historia del Arte de la Universidad Adolfo Ibáñez, artista, dibujante y grabador, sobrino nieto de Carlos Dorlhiac, remedia los olvidos con la publicación de un extraordinario libro, “ La Lente y la Pluma de Carlos Dorlhiac (Hilo Azul, Santiago de Chile). El autor lleva al lector de la mano por la vida del artista, desde su natal Burdeos, Francia, hasta el término de su vida, a los 93 años (1880- 1973), en la vieja casona de calle Manuel Montt, en Santiago.
Juan Carlos Valle Lasserre, inició el trabajo de la publicación a mediado de la década de 1980, culminando 25 años después con la entrega de su tésis para optar al grado de Magister en Historia del Arte. El autor conocía perfectamente la calidad indiscutible de Dorlhiac como dibujante mayor, que lo llevó a obtener numerosos premios; y también como pintor al óleo. Pero lo que descubrió en todo ese tiempo de investigación y clasificación de la obra y escritos de su talentoso pariente, fue al fotógrafo de extraordinario talento que habitó en Carlos Dorlhiac.
Juan Pablo Simian (editor) señala: Carlos Dorlhiac permaneció oculto de la memoria nacional durante más de treinta años, olvidado por el ambiente artístico chileno. Confiamos en haberlo traído de vuelta al sitial que se merece”.
Chillan Antiguo, invita a conocer y descubrir a Dorlhiac, habitante de Chillán por muchos años y actor de la vida artística y cultural de la ciudad. Al ver sus trabajos a la pluma y sus increíbles fotografías, descubrirán que Carlos Dorlhiac se convirtió gracias a sus talentos, en el gran cronista visual de Chillán.
Sus dibujos y fotografías de casas, iglesias, campos, calles, constituyen una revelación, profundamente estética. La Plazuela del Mercado con su infinidad de personajes, su entorno, en su pluma y en su lente, se descubre fascinante, humana y palpitante.
El trabajo realizado por Juan Carlos Valle Lasserre, dedicado a Marie France y Thérése Lasserre Dorlhiac, con una abundante y valiosa ilustración, entrega en 305 páginas, una acabada visión y retrato del artista Carlos Dorlhiac. Es una obra para ver y disfrutar más que de narrar, porque la magia la coloca el propio Carlos Dorlhiac con sus innegables talentos.
p. Patricia Orellana Cea.
Siempre habíamos escuchado hablar de Carlos Dorlhiac. Lo hacia con admiración y afecto Alfonso Lagos Villar, quién fuera director propietario del Diario La Discusión; el pintor Gumercindo Oyarzo recordaba a Dorlhiac y se deshacía en alabanzas, tanto hacia su persona como hacia su talento. Y lo mismo pasaba con artistas como Ramón Toro, Jorge Cháves, Baltazar Hernández, Helga Yufer, Noemí Mourges y tantos otros.
Pero como suele pasar, la memoria es frágil y las gratitudes se adelgazan muchas veces con el paso del tiempo. El mismo fenómeno se vivió a nivel nacional, donde la figura de Carlos Dorlhiac tuvo gran relevancia.
Para suerte de los amantes del arte, Juan Carlos Valle Lasserre, ingeniero civil de la Universidad Católica y magister en Historia del Arte de la Universidad Adolfo Ibáñez, artista, dibujante y grabador, sobrino nieto de Carlos Dorlhiac, remedia los olvidos con la publicación de un extraordinario libro, “ La Lente y la Pluma de Carlos Dorlhiac (Hilo Azul, Santiago de Chile). El autor lleva al lector de la mano por la vida del artista, desde su natal Burdeos, Francia, hasta el término de su vida, a los 93 años (1880- 1973), en la vieja casona de calle Manuel Montt, en Santiago.
Juan Carlos Valle Lasserre, inició el trabajo de la publicación a mediado de la década de 1980, culminando 25 años después con la entrega de su tésis para optar al grado de Magister en Historia del Arte. El autor conocía perfectamente la calidad indiscutible de Dorlhiac como dibujante mayor, que lo llevó a obtener numerosos premios; y también como pintor al óleo. Pero lo que descubrió en todo ese tiempo de investigación y clasificación de la obra y escritos de su talentoso pariente, fue al fotógrafo de extraordinario talento que habitó en Carlos Dorlhiac.
Juan Pablo Simian (editor) señala: Carlos Dorlhiac permaneció oculto de la memoria nacional durante más de treinta años, olvidado por el ambiente artístico chileno. Confiamos en haberlo traído de vuelta al sitial que se merece”.
Chillan Antiguo, invita a conocer y descubrir a Dorlhiac, habitante de Chillán por muchos años y actor de la vida artística y cultural de la ciudad. Al ver sus trabajos a la pluma y sus increíbles fotografías, descubrirán que Carlos Dorlhiac se convirtió gracias a sus talentos, en el gran cronista visual de Chillán.
Sus dibujos y fotografías de casas, iglesias, campos, calles, constituyen una revelación, profundamente estética. La Plazuela del Mercado con su infinidad de personajes, su entorno, en su pluma y en su lente, se descubre fascinante, humana y palpitante.
El trabajo realizado por Juan Carlos Valle Lasserre, dedicado a Marie France y Thérése Lasserre Dorlhiac, con una abundante y valiosa ilustración, entrega en 305 páginas, una acabada visión y retrato del artista Carlos Dorlhiac. Es una obra para ver y disfrutar más que de narrar, porque la magia la coloca el propio Carlos Dorlhiac con sus innegables talentos.
jueves, 8 de marzo de 2012
NELSON OYARZÚN , Un estadio, un personaje….
Marco Aurelio Reyes Coca.
Decano de la Facultad de Educación y Humanidades / UBB
(publicación autorizada por el autor para la red Chillán Antiguo)
Diario La Discusión
aporte fotográfico /Carlos Salvo, Marcelo Herrera y Fernando Lahsen)
Resulta difícil explicar los mitos urbanos, máxime si está relacionado con el deporte, como es el caso del estadio chillanejo. Según la periodista Solange Domínguez, “era un habitante más de la ciudad, inmerso entre calles y avenidas. Su figura se distinguía desde los diferentes puntos cardinales con sus enormes eucaliptus, altas graderías y las torres de iluminación, que como vigías silenciosos, acercaban cualquier camino”.
Así era el Estadio Nelson Oyarzún, viejo recinto de Avenida Aguirre Cerda, caído en el 2007 para dejar paso al coloso “Bicentenario”, inaugurado por la ex Presidenta Michelle Bachelet. Sin embargo, el lente maravilloso de Víctor Orellana Navarrete, ha plasmado una obra que exuda recuerdos y emociones, destinada a perpetuar el mito. “Es el alma de un verdadero mito… que no conoce fin… sigue viviendo”. (Solange Domínguez).
El mito surge de una ecuación simbiótica desde 1916, con la creación del Deportivo Liceo, antecesor del Ñublense arraigado en el alma popular citadina. Otro componente es el Estadio, inaugurado por el Presidente Alessandri en 1935 (1er Centenario del Chillán Nuevo), construido en el “Arenal”, del Parque Schleyer, entre huertas y arboledas. La trilogía del mito se completa en 1978, con la llegada del joven y adelantado entrenador Nelson Oyarzún Arenas, formado en la disciplina alemana y destinado a revolucionar nuestro fútbol.
Permaneció tan sólo 8 meses entre nosotros, penetrando en el alma colectiva urbana. Su altiva estampa se fue carcomiendo por el cáncer asesino, cayendo abatido en septiembre de 1978. Las emociones lograron perpetuar su nombre en el añoso recinto, percutando el mito urbano, que gracias a los mágicos artilugios fotográficos de Víctor Orellana, estará omnipresente. Para Solange Domínguez, periodista, “lo que sigue es el mito y no se escribe en una historia, eso se vive en la memoria, para siempre”. Ingresa a la memoria urbana para pasar a formar parte de ella.
Nuestra perspectiva histórica de este mito, se observa desde el paradigma de la “historia cultural de lo social”, surgidas en Francia (historiados Roger (Chartier), en Inglaterra , historiador (Peter Burke) y en USA (antropólogo Clifford Geertz), los que han logrado capturar la “Alteridad” en los rituales populares, los simbolismos de la vida cotidiana, el protagonismo del sujeto popular y la microhistoria. El fútbol, fenómeno social, calza en esta interpretación cultural, apasionando a multitudes e intelectuales. El escritor uruguayo Mario Benedetti llamó a los estadios “el esqueleto de multitudes”. Es un fenómeno social del siglo XX, olvidado por los historiadores. Desde este nuevo enfoque historiográfico se abren para los estudios históricos culturales aspectos rutinarios de la cultura popular. Se trata de una historia social de las prácticas culturales, reivindicando su carácter social, como expresiones de las propias realidades y fenómenos sociales a los que ligan. La cultura involucra a una serie de objetos (imágenes) y prácticas (oralidad, juegos).
En este contexto se insertan los deportes masivos, como el fútbol, evidencia de una práctica cultural. Conmueve y comprueba la “ecuación, simbiótica”, el suicidio del hincha José Alejandro Urriola, envuelto en la bandera de Ñublense.
Decano de la Facultad de Educación y Humanidades / UBB
(publicación autorizada por el autor para la red Chillán Antiguo)
Diario La Discusión
aporte fotográfico /Carlos Salvo, Marcelo Herrera y Fernando Lahsen)
Resulta difícil explicar los mitos urbanos, máxime si está relacionado con el deporte, como es el caso del estadio chillanejo. Según la periodista Solange Domínguez, “era un habitante más de la ciudad, inmerso entre calles y avenidas. Su figura se distinguía desde los diferentes puntos cardinales con sus enormes eucaliptus, altas graderías y las torres de iluminación, que como vigías silenciosos, acercaban cualquier camino”.
Así era el Estadio Nelson Oyarzún, viejo recinto de Avenida Aguirre Cerda, caído en el 2007 para dejar paso al coloso “Bicentenario”, inaugurado por la ex Presidenta Michelle Bachelet. Sin embargo, el lente maravilloso de Víctor Orellana Navarrete, ha plasmado una obra que exuda recuerdos y emociones, destinada a perpetuar el mito. “Es el alma de un verdadero mito… que no conoce fin… sigue viviendo”. (Solange Domínguez).
El mito surge de una ecuación simbiótica desde 1916, con la creación del Deportivo Liceo, antecesor del Ñublense arraigado en el alma popular citadina. Otro componente es el Estadio, inaugurado por el Presidente Alessandri en 1935 (1er Centenario del Chillán Nuevo), construido en el “Arenal”, del Parque Schleyer, entre huertas y arboledas. La trilogía del mito se completa en 1978, con la llegada del joven y adelantado entrenador Nelson Oyarzún Arenas, formado en la disciplina alemana y destinado a revolucionar nuestro fútbol.
Permaneció tan sólo 8 meses entre nosotros, penetrando en el alma colectiva urbana. Su altiva estampa se fue carcomiendo por el cáncer asesino, cayendo abatido en septiembre de 1978. Las emociones lograron perpetuar su nombre en el añoso recinto, percutando el mito urbano, que gracias a los mágicos artilugios fotográficos de Víctor Orellana, estará omnipresente. Para Solange Domínguez, periodista, “lo que sigue es el mito y no se escribe en una historia, eso se vive en la memoria, para siempre”. Ingresa a la memoria urbana para pasar a formar parte de ella.
Nuestra perspectiva histórica de este mito, se observa desde el paradigma de la “historia cultural de lo social”, surgidas en Francia (historiados Roger (Chartier), en Inglaterra , historiador (Peter Burke) y en USA (antropólogo Clifford Geertz), los que han logrado capturar la “Alteridad” en los rituales populares, los simbolismos de la vida cotidiana, el protagonismo del sujeto popular y la microhistoria. El fútbol, fenómeno social, calza en esta interpretación cultural, apasionando a multitudes e intelectuales. El escritor uruguayo Mario Benedetti llamó a los estadios “el esqueleto de multitudes”. Es un fenómeno social del siglo XX, olvidado por los historiadores. Desde este nuevo enfoque historiográfico se abren para los estudios históricos culturales aspectos rutinarios de la cultura popular. Se trata de una historia social de las prácticas culturales, reivindicando su carácter social, como expresiones de las propias realidades y fenómenos sociales a los que ligan. La cultura involucra a una serie de objetos (imágenes) y prácticas (oralidad, juegos).
En este contexto se insertan los deportes masivos, como el fútbol, evidencia de una práctica cultural. Conmueve y comprueba la “ecuación, simbiótica”, el suicidio del hincha José Alejandro Urriola, envuelto en la bandera de Ñublense.
POSADAS DE BURROS
Marco Aurelio Reyes Coca.
Decano de la Facultad de Educación y Humanidades / UBB
Autor del Libro Crónica Chillanejas
(publicación autorizada por el autor para la red Chillán Antiguo)
“Vecinos de calle Andes, cerca de Matucana, se quejan de las posadas de asnos” (El Mercurio, Santiago, 31 de enero de 1907), añeja noticia gatilladora de recuerdos de burros, cochayuyeros y leche de burra, expendida en barrios santiaguinos, cerros de Valparaíso y pedregosas calles chillanejas. La “leche de burra” era bálsamo para niños, embarazadas, lactantes y “tísicos”, existentes en cada calle como lo vimos en la infancia.
Luego conocimos las bondades del “charqui de burro” tan apreciado como el caballar, tanto que llegaron a venderse 100 toneladas en Valparaíso, sin “denominación de origen” (El Mercurio, Valparaíso 29 de abril de 1854). Las “charquerías” siguen asociadas a las “picadas de chicha y pipeño”, como “embuche y estómito”, sostenedor de “parroquianos de Torito Véjar, el Pata o la Gotera”.
La mitología urbana incorpora al mito cochayuyero, eternizado por Ernesto Vásquez Méndez, “…es nota distinta en estas calles chillanejas, invadidas de pregones estridentes…El hombrecito y su paciente acémila con el eco de un tiempo ido…Su voz casi apagada en medio del bullicio de las calles, llega como un mensaje de dadivosa amistad al recordarnos que más allá de los cerros del poniente está el anchuroso y generoso mar, con su despensa inagotable de dones reservados desde los días de la creación. La carga que transporta el fiel animal que lo acompaña imprime a éste una marcha lenta y cansina, cuya dirección pareciera señalar elñ centro de gravedad del equilibrado bulto. El conjunto hombre bestia, resulta armonioso. Las caseras escogen el atado de su preferencia, el alga rubia o morena que irá a aderezarse de mil maneras en la cocina criolla”. Una brillante semblanza atesorada en “Crónicas Chillanejas”, recopiladas por Oreste Plath, 1986 (Tradiciones de Ñuble, 1986).
El itinerario del cochayuyero se iniciaba en las caletas pesqueras, entre buchupureo y Dichato, usinas disecadoras de las apetecidas algas. Salían en otoño hacia el campo de los cerros costeros, anunciando las “aguas mil de abril”. Al cochayuyero, agregaban ventas de lana, calcetas y gorros de amplia acogida. Seguían el trayecto a Cobquecura, Quirihue, Ninhue, Portezuelo, San Nicolás, Chillán.
Para Manfred Max Neef, Premio Nóbel Alternativo de Economía, existe un “modelo educativo del cochayuyero”, basado en experiencias reales y pertinentes de aprendizaje del hijo y acompañante, ausentes de la escuela, mientras seguían la itinerancia comercial.
La llegada a Chillán era un acontecimiento. La “posada de burros” estaba donde los “Boggioni”, en el callejón del Matadero, hoy Schleyer, donde se concentraban hombres y recuas para descansar y planificar la “operación rastrillo de la ciudad”, recorriendo barrio a barrio. Empataban el tiempo de retorno que coincidía con la llegada de circos, vientos primaverales y volantines. El “peluserío de los pabellones Rodríguez”, bién conocían de la rutina de hombres cercanos al alcoholismo, para molestar a los animales y “requisar” paquetitos de cochayuyo para aumentar la olla familiar.
Nuestro amigo Sergio Sandoval del “Coihayque” de Cobquecura, estando “relegado” en el presidio chillanejo tras el golpe militar, escuchó a un alicaído cochayuyero hablar de procelosos recorridos transcordilleranos obteniendo suculentas ganancias, esfumadas en alcohol y deprimentes burdeles.
Carlos René Ibacache recuerda una estrofa de la “Muestra de Poesía Gráfica” en la Universidad del Bio Bio:
“Cargando el lomo del burro
apenas puede avanzar
cochayuyero, cochayuyero
grita el hombre de la ciudad”
(La Discusión, 21 de marzo, 2007)
¿Qué se hicieron las posadas de burros? Deben buscarse en villa Alegre, arrinconadas por el tiempo y la modernidad. Seguirá siendo una silueta de la historia urbana.
Decano de la Facultad de Educación y Humanidades / UBB
Autor del Libro Crónica Chillanejas
(publicación autorizada por el autor para la red Chillán Antiguo)
“Vecinos de calle Andes, cerca de Matucana, se quejan de las posadas de asnos” (El Mercurio, Santiago, 31 de enero de 1907), añeja noticia gatilladora de recuerdos de burros, cochayuyeros y leche de burra, expendida en barrios santiaguinos, cerros de Valparaíso y pedregosas calles chillanejas. La “leche de burra” era bálsamo para niños, embarazadas, lactantes y “tísicos”, existentes en cada calle como lo vimos en la infancia.
Luego conocimos las bondades del “charqui de burro” tan apreciado como el caballar, tanto que llegaron a venderse 100 toneladas en Valparaíso, sin “denominación de origen” (El Mercurio, Valparaíso 29 de abril de 1854). Las “charquerías” siguen asociadas a las “picadas de chicha y pipeño”, como “embuche y estómito”, sostenedor de “parroquianos de Torito Véjar, el Pata o la Gotera”.
La mitología urbana incorpora al mito cochayuyero, eternizado por Ernesto Vásquez Méndez, “…es nota distinta en estas calles chillanejas, invadidas de pregones estridentes…El hombrecito y su paciente acémila con el eco de un tiempo ido…Su voz casi apagada en medio del bullicio de las calles, llega como un mensaje de dadivosa amistad al recordarnos que más allá de los cerros del poniente está el anchuroso y generoso mar, con su despensa inagotable de dones reservados desde los días de la creación. La carga que transporta el fiel animal que lo acompaña imprime a éste una marcha lenta y cansina, cuya dirección pareciera señalar elñ centro de gravedad del equilibrado bulto. El conjunto hombre bestia, resulta armonioso. Las caseras escogen el atado de su preferencia, el alga rubia o morena que irá a aderezarse de mil maneras en la cocina criolla”. Una brillante semblanza atesorada en “Crónicas Chillanejas”, recopiladas por Oreste Plath, 1986 (Tradiciones de Ñuble, 1986).
El itinerario del cochayuyero se iniciaba en las caletas pesqueras, entre buchupureo y Dichato, usinas disecadoras de las apetecidas algas. Salían en otoño hacia el campo de los cerros costeros, anunciando las “aguas mil de abril”. Al cochayuyero, agregaban ventas de lana, calcetas y gorros de amplia acogida. Seguían el trayecto a Cobquecura, Quirihue, Ninhue, Portezuelo, San Nicolás, Chillán.
Para Manfred Max Neef, Premio Nóbel Alternativo de Economía, existe un “modelo educativo del cochayuyero”, basado en experiencias reales y pertinentes de aprendizaje del hijo y acompañante, ausentes de la escuela, mientras seguían la itinerancia comercial.
La llegada a Chillán era un acontecimiento. La “posada de burros” estaba donde los “Boggioni”, en el callejón del Matadero, hoy Schleyer, donde se concentraban hombres y recuas para descansar y planificar la “operación rastrillo de la ciudad”, recorriendo barrio a barrio. Empataban el tiempo de retorno que coincidía con la llegada de circos, vientos primaverales y volantines. El “peluserío de los pabellones Rodríguez”, bién conocían de la rutina de hombres cercanos al alcoholismo, para molestar a los animales y “requisar” paquetitos de cochayuyo para aumentar la olla familiar.
Nuestro amigo Sergio Sandoval del “Coihayque” de Cobquecura, estando “relegado” en el presidio chillanejo tras el golpe militar, escuchó a un alicaído cochayuyero hablar de procelosos recorridos transcordilleranos obteniendo suculentas ganancias, esfumadas en alcohol y deprimentes burdeles.
Carlos René Ibacache recuerda una estrofa de la “Muestra de Poesía Gráfica” en la Universidad del Bio Bio:
“Cargando el lomo del burro
apenas puede avanzar
cochayuyero, cochayuyero
grita el hombre de la ciudad”
(La Discusión, 21 de marzo, 2007)
¿Qué se hicieron las posadas de burros? Deben buscarse en villa Alegre, arrinconadas por el tiempo y la modernidad. Seguirá siendo una silueta de la historia urbana.