Por Laura Vicens L.
Chef y Nutricionista
@vicensnutrichef
Miembro FEGACH
¿Y usted come ají? Es una de las preguntas gastronómicas a la cual más de alguna vez nos hemos enfrentado. Esta misteriosa pastita roja o verde, como nuestro ají de Quinchamalí -que según mi opinión ya debería tener denominación de origen- hace su debut en la cazuela pa’ calentar el cuerpo, en las sopaipillas, con las papitas cocidas y obvio en las mesas de los restaurantes y picadas de Chillan.
Siempre de receta secreta y particular, se degusta con mucha cautela, y es que existe una maldad escondida al ofrecer este elixir. No viene con una advertencia del grado de picor y para decir la verdad tampoco interesa, porque ¡como se disfruta ver al novato desesperado pidiendo agua!
Este pequeño frutito multiforme no deja a nadie indiferente. Y cómo no, si para quién lo consume tiene muchos beneficios, es desinflamatorio, mejora la oxigenación del cuerpo, mejora la digestión, nos hace comer más lento, nos hace sentir felices y relajados, está llenos de vitaminas y lo mejor de todo, acelera el mabolismo ayudándonos a bajar de peso. Con todo esto y a tan bajo precio ¿cómo no aventurarse a este mundo de valientes?
Necesitas: Un par de guantes quirúrgicos / un par de guantes amarillos de esos para lavar la loza / dos mascarillas / antiparras y un delantal de cocina. Estos implementos son necesarios para no caer en arrepentimientos.
Ingredientes: 300 gra. de ajíes frescos / 3 dientes de ajo / 1 ramito de cilantro / Hojas de albahaca / Aceite / Sal / frasquitos para envasar.
Preparación: Ponerse todos los implementos de seguridad / Retirar el rabito de los ajíes y sacar las semillas sólo si no te sientes tan valiente / Moler en la juguera todos los ingredientes homogenizándolos con el aceite / Agrega sal según tu gusto / Envasa.