sábado, 17 de mayo de 2014

El misterio de los túneles de Chillan

p. Máximo Beltrán



pag. 26 Revista Chillán Antiguo & Vitrina Urbana



Nuestros tatarabuelos nunca se imaginaron que los conductos urbanos de evacuación fecal serían tema de interés patrimonial en el siglo XXI. El tema ingenieril y que atañe específicamente a la salud pública en la construcción del Chillán Nuevo (1835) fue previsto por las autoridades de aquel entonces, asegurando un sistema de alcantarillado y evacuación con la tecnología de la época.

Queremos inventar túneles misteriosos y conclaves iniciáticos; insuflar leyendas y buscar piedras filosofales sin siquiera deshilachar el guante; ¿para qué rasguñar la piedra? Si el polvo de “oro” está suspendido en cada recodo de Chillán ¿acaso no miramos?

Sirvan estas palabras de introducción a un texto que encontré en un libro de 1980, Chillán gesta de cuatro siglos (1580-1980) (pag. 25) por Rolando Fernández Parra; y nos ilustra a todos que son los “misteriosos túneles de Chillán”. Este libro reúne a la pléyade de intelectuales de la época, por cierto, la mayoría ya distantes en el espacio, pero que magistralmente el maestro Rolando convocó para contarnos los verdaderos “relatos de Chillan”; no los imaginarios, sino aquellos con olor a tiempos reales y a significancias latentes, vivas.

El alcantarillado que se recuerda, era un canal abovedado de cal y ladrillo, de más o menos un metro de ancho, que corría de oriente a poniente por el centro de las seis manzanas centrales de la ciudad, entre las calles Talcahuano (hoy Arturo Prat) por el sur hasta la de Vega de Saldías por el norte. La alcantarilla pasaba por el centro de las manzanas según fuera la conformación interior de las propiedades que servía, y los servicios higiénicos se colocaban sobre el canal en forma tal que se evitaba la acumulación de materias fecales en el centro de la ciudad.

Para los servicios higiénicos de entonces (fines de 1800) solo se usaba el cajón horadado y el aseo de la alcantarilla se realizaba vertiendo agua desde un canal que corría por la cañada oriente (hoy Av. Argentina), la que arrastraba los desechos hasta un cauce abierto construido en la cañada Poniente (hoy Av. Brasil), y ahí se iban a vaciar al estero Las Toscas. Los trabajadores que saneaban podían ingresar a estos desde las aceras por donde pasaba, accediendo a través de compuertas de unos setenta centímetro fabricadas en hierro dulce, las cuales se mantenían permanentemente bajo llaves.

Tan primitivo sistema, sencillo pero útil, estimados vecinos, 
era el tan magno-misterio de los túneles.

Higiene en Chillán de 1900

p. Máximo Beltrán



pag. 10 Revista Chillán Antiguo & Vitrina Urbana


Si a las calles de tierra con polvo en el verano y en invierno el barro, agregamos el estiércol de los animales que circulaban por la ciudad, la higiene constituía uno de los mayores problemas en Chillán, que en el censo de 1895 arrojaba una población urbana en torno a los 23 mil habitantes.

Por la ciudad de fines del siglo XIX circulaban diariamente 900 animales, principalmente caballos, bueyes y vacas que producían unas 14 toneladas de estiercol, los cuales eran depositados temporalmente en caballerizas y establos antes de ser comercializados como abono para faenas agrícolas.

Los malos olores, las moscas y el calor del verano saturaban el ambiente, acusando un alto problema higiénico. Con altas concentraciones de CO2 en los espacios cerrados, es de imaginarse la alta combustión de lamparas para la iluminación, leña y carbón para las cocinas y para la calefacción durante el invierno. Victor Villagra Gacitúa (Higiéne de las calles, Memoria para optar al grado de licenciado en la Facultad de Medicina i Farmacia, Universidad de Chile. 1900), profundiza estos argumentos al señalar que el principal problema de higiene en las calles de Santiago eran "las excreciones animales y clandestinas de transeúntes, polvo y barro según la estación, basuras caseras y la censurable costumbre de depositar el producto de las cloacas en la vía pública". Si esto sucedía en Santiago, es de imaginar que en provincia la situación no era mejor.

Los cementerios de aquellos años emplazados muy cerca de tierrea fértiles y bordeando esteros, además de un precario sistema de alcantarillado, nos fotografían una urbe donde se hará necesario ingresar al siglo XX interviniendo la ciudad con una mirada de salud-pública.

Los cambios realizado desde el Chillan colonial de la cuarta fundación (1835) a un Chillán moderno, lo debemos a dos hombres que se hermanaron a través de una mirada holística y de futuro, lo quiso así el destino y la ciudad recibió sus cuidados. Se trata Vicente Méndez Urrejola y José María Sepúlveda Bustos, el primero en su puesto de intendente de Ñuble (1907 -1920) y el segundo en su calidad de regidor y posteriormente alcalde de la ciudad (1893 – 1921). Durante más de una década trabajando unidos,  Chillán paso del huevillo y calles de tierra al adoquinado; el  sistema de cloacas da paso lentamente a un alcantarillado que comienza a cubrir más solares; el mejoramiento del servicio de agua potable; la creación del cementerio municipal al poniente de la ciudad; el cierre de los cementerios Parroquial y Alemán; la instalación del sistema eléctrico en 1908; el  fin de los carros de sangre (red de transporte público de carros tirados por caballos) y la bienvenida al tranvía . Si bién quedaba un largo camino por recorrer, las bases del progreso ya estaban instaladas.


jueves, 1 de mayo de 2014

LAS TINAJAS DE CHILLAN VIEJO.

 p. Juan Carlos Olmedo Ulloa.





Sobre Las Tinajas de Chillán Viejo su mejor época fue en los años 80, no había bohemia en Chillán, el toque de queda había dejado a nuestra ciudad sin rumba ni cha-cha-cha, aparecieron unos oscuros y tímidos topples para calentar las noches chillanejas, si hasta en nuestra Estación de Ferrocarriles se instalo uno que trato de subsistir ante una avalancha de escandalizadas voces de morales señores, que igual iban a echar una miradita para ver si era verdad que al son de la música y luces de colores nuestras criollas vedettes quedaban con sus pechugas al aire, me contaron que la gritadera era total, los aplausos y silbidos pedían un "strip-tease" total, la bailarina tímidamente se desprendía de su diminuto calzoncito... a esas alturas de la noche los últimos billetes, con billetera y todo quedaban esparcidos en el escenario... era hora de volver a casa con las primeras luces del alba, de la hilaridad de la noche pasábamos a la terrible realidad, las explicaciones siempre son difíciles, sobre todo cuando hay que pagar la luz y el agua. 

En fin, eso era lo más atrevido que podía tener Chillán, de estos primeros giros libertinos nace una genial idea empresarial, llegan "Las Mulatas" a el famoso Night-Club "Las Tinajas" de Chillán Viejo, un tsunami de samba con tambores brasileños hacían mover nuestros tímidos pies, la algarabía era total, las plumas y las luces le daban al salón un aire salvaje y mágico, la economía del país mejoraba con la economía de Buchi, como la levadura aparecieron las mejores bandas de Santiago, llegaron los cantantes de boleros, el espectáculo era total, "las Mulatas" daban para todo, la fantasía de ver a una negra en sábanas blancas era una locura, puedo casi jurar, que no hubo político, comerciante, ni buen poeta que no hubiera ido para "salir del empacho", doy fé, señor Juez, que las Tinajas compraban Coca-Cola por camionadas, hasta que un buen día un concesionario de la Ramada Oficial deL Rodeo de San Carlos le roba los huevos al águila, "Las Tinajas" pierde a sus queridas "Mulatiñas" -que eran tres- por un misero puñado de billetes, así se van con su samba y sus tambores a San Carlos, el nuevo jefe rápidamente se da cuenta que las morenas brasileñas dan más dinero que nuestras criollas empanadas, deja la ramada botada y se las lleva de gira primero a Cobquecura, donde les muestra la calidad de nuestras playas y la Iglesia de piedra, luego más al norte, a Cauquenes donde se les pierde la pista, nuestros atrevidos y queridos compañeros nocturnos, lloran de dolor, no por la perdida de las negras mulatiñas, sino por una galopante ola de venérea contagiosa y dolorosa como extracción de muelas sin anestesia, pero venia algo peor, el rumor de la palabra SIDA se escuchaba por primera vez en nuestra ciudad, ahora eran los hombres los que tenían que ir a hacer "strip-tease" a nuestros queridos médicos de Chillán, de las mulatas felizmente nunca más se supo ya que los huasos chillanejos los único que querían era agarrarlas a rebencazos, ya no llegaron las cantantes de bolero a Las Tinajas y siguió su vida como todos los artistas, la función debía continuar, aunque sea morir saltando...