jueves, 20 de diciembre de 2018

CHILLÁN, RETABLOS RELIGIOSOS Iglesia San Francisco de Chillán

Objetos litúrgicos. 
Los libros visuales: el Retablo.
Modos de evangelización y educación, antes del ingreso de la imprenta a Chile, en la época colonial.

Artículo en desarrollo
p. Rodolfo Hlousek Astudillo














jueves, 13 de diciembre de 2018

REFLEXIÓN IDENTITARIA / Chillán

¿Quién fui? ¿quién soy? y ¿quién seré?, son las tres interrogantes que sitúan el proceso de identidad personal y colectiva; de esta manera sutil y perenne se yuxtaponen pasado, presente y futuro en este viaje memorístico e identitario de pertenencia y arraigo de un colectivo urbano que lleva más de quinientos años. Chillán es un relato que anuda recuerdos desde 1580, que necesita ser contado a modo de cuentos alrededor del brasero en un corredor viejo, provocar que ese recuerdo te anude a la tierra y que de manera sempiterna seamos capaces de reconstruir nuestra historia, quizás resignificando todo lo aprehendido para llegar a situarnos limpios y sanos en las puertas de la modernidad.

Sin esa simbiosis no podemos hablar de identidad, tan solo de fragmentos parchados de un gran relato que asoma a veces, cuando el interés personal se ve afectado. De esa manera Chillan, como muchas ciudades y pueblos de Chile, es una sumatoria de parches que fueron sucediéndose sin querer y que reviste necesariamente un replantearse que queremos construir; para que la gesta de nuestros antepasados (y no hablo héroes y artistas que ya están muy “manoseados”) refleje una narración coherente lejana al ruido de la omisión en los textos de estudio de nuestro relato de ciudad, provocando una ignorancia muy peligrosa en el sentido, como decía el filósofo francés Jacques Derridá, “el desmantelamiento de nuestras construcciones simbólicas originaría la ausencia de centros, lo que implicaría una tensión permanente”, es decir la ausencia de un relato ciudadano implicaría si y solo si un desarraigo a su entorno lo que deshumaniza al ciudadano, dejando indefenso su sistema inmunológico de saberse, de reconocerse, de espejearse con el otro.

REFLEXIÓN PATRIMONIAL / Chillán

El activismo patrimonial es peligroso, de una y al seco; para que ir con rodeos; si eso es lo que estamos viendo y sintiendo en Chillán; una ciudad que está estancada y fea, y que mañosamente grupos se yerguen en que sigamos estando de esa manera. Paladines del patrimonio aspiracionales y muchos foráneos que nos viene a dar cátedra a nosotros sobre cómo hacer ciudad y como queremos ser.


Tres grupos bien definidos existen en Chillan en este propósito; los colegiados que desde sus egos creen que su verdad es absoluta y desean a toda costa imponer su credo; otros los resentidos que buscan protagonismo porque el tema patrimonio e identidad da votos, pero como no sacaron ni uno en las elecciones pasadas, pelean desde su trinchera, amurrados y con bronca; y los oficiales que para ellos el patrimonio e identidad es la carta “comodín” (joker) en su viaje político, juegan al “achunte” al “azar”, a veces le apuntan a las loceras de Quinchamali, otras veces a Santa Elvira, así juegan todo él año. Es decir llegamos a un tema ideológico, donde el patrimonio e identidad les importa un “bledo”.


La identidad y patrimonio no es un edificio viejo o una casa de tal o cual estilo, no es santa Elvira ni las locera; sino una sumatoria de respiros que forman un lenguaje sutil y que bien sabemos todos, sino este colectivo urbano ya no existiría con tantas destrucciones y levantamientos. Habida cuenta que la naturaleza ya nos prodigó de tres grandes terremotos que destruyeron “físicamente” nuestra ciudad en tres siglos diferentes; pero no aniquiló nuestra memoria ni identidad, que siguió su relato centenario.


Invito a los conciliábulos ideológicos y dogmáticos, que han secuestrado el concepto de patrimonio e Identidad a reflexionar y soltar amarras, ser libres y dejar que Chillán siga su relato constructivo; por más que traten de encauzar el rio, este seguirá el curso que la naturaleza ya trazó.