jueves, 13 de diciembre de 2018

REFLEXIÓN PATRIMONIAL / Chillán

El activismo patrimonial es peligroso, de una y al seco; para que ir con rodeos; si eso es lo que estamos viendo y sintiendo en Chillán; una ciudad que está estancada y fea, y que mañosamente grupos se yerguen en que sigamos estando de esa manera. Paladines del patrimonio aspiracionales y muchos foráneos que nos viene a dar cátedra a nosotros sobre cómo hacer ciudad y como queremos ser.


Tres grupos bien definidos existen en Chillan en este propósito; los colegiados que desde sus egos creen que su verdad es absoluta y desean a toda costa imponer su credo; otros los resentidos que buscan protagonismo porque el tema patrimonio e identidad da votos, pero como no sacaron ni uno en las elecciones pasadas, pelean desde su trinchera, amurrados y con bronca; y los oficiales que para ellos el patrimonio e identidad es la carta “comodín” (joker) en su viaje político, juegan al “achunte” al “azar”, a veces le apuntan a las loceras de Quinchamali, otras veces a Santa Elvira, así juegan todo él año. Es decir llegamos a un tema ideológico, donde el patrimonio e identidad les importa un “bledo”.


La identidad y patrimonio no es un edificio viejo o una casa de tal o cual estilo, no es santa Elvira ni las locera; sino una sumatoria de respiros que forman un lenguaje sutil y que bien sabemos todos, sino este colectivo urbano ya no existiría con tantas destrucciones y levantamientos. Habida cuenta que la naturaleza ya nos prodigó de tres grandes terremotos que destruyeron “físicamente” nuestra ciudad en tres siglos diferentes; pero no aniquiló nuestra memoria ni identidad, que siguió su relato centenario.


Invito a los conciliábulos ideológicos y dogmáticos, que han secuestrado el concepto de patrimonio e Identidad a reflexionar y soltar amarras, ser libres y dejar que Chillán siga su relato constructivo; por más que traten de encauzar el rio, este seguirá el curso que la naturaleza ya trazó.

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