FUNDAMENTOS.
La RED
URBATORIVM de SANTIAGO de CHILE, junto los srs Criss Salazar y la Plataforma
Llave de Oro Patrimonial distinquieron al sitio
Chillán Antiguo con el reconocimiento
de la Llave de Oro mes de enero 2012. Previamente en el año 2010, fue distinguido por
Biblioredes de la Dibam, como uno de los 10 contenidos a nivel nacional por el
rescate y puesta en valor el patrimonio de la ciudad de Chillán.
El objetivo
de esta publicación que sería la tercera vía de plataforma patrimonial, después
de la red facebook Chillán Antiguo; Blog Chillán Antiguo, ambos galardonados…
trabajo profesional dirigido por Máximo Beltrán (artista visual y gestor
cultural); es poner en valor el patrimonio tangible e intangible de la ciudad
de Chillán.
Revista e Inserto fotográfico de colección.
En este Nº la genealogía del Padre de la Patria
Don Bernardo O`Higgins Riquelme de la Barrera
PROLOGO EDICIÓN Nº1
p. Patricia
Orellana
¿Qué somos sin la memoria? La respuesta es
muy breve: NADA.
Hace algunos
años compré un libro escrito por el cineasta Buñuel en que contaba su vida.
Seguí las peripecias del autor en el mundo del cine, del arte, de las historias
con sus amigos entre los que se contó Dalí hasta que se pelearon. No recuerdo
mucho los detalles, pero sí que llegué a un punto en que me quedé brevemente
sin respiración y se me borró de una plumada el resto del libro. Buñuel cuenta
que periódicamente visitaba a su madre quien vivía en su España natal. En una
de esas visitas llegó a la casa materna
con toda esa ilusión que provoca el retorno, la carga de nostalgia, en el fondo
la afectividad que es todo un tema, porque es el eje de nuestras vidas. Tocó la
puerta y salió la madre. El abre los brazos para acogerla, apretarla. Ella lo
mira y le pregunta: “Perdón, quién es Ud.? El cineasta quedó golpeado, esa dura
realidad era más fuerte y más brutal que cualquiera de sus famosas películas. Y
se da cuenta de manera inequívoca, que sin ese arcón maravilloso que
denominamos memoria, no somos nada. Nada.
El terremoto
del 24 de enero de 1939 fue para Chillán un golpe bajo a la memoria colectiva.
La Tierra hizo lo suyo, lo que tan bien sabe hacer, sacudirse. Y los
sobrevivientes con todas sus historias tejidas a fuerza de amores y desamores,
de aciertos y desaciertos, de esfuerzo, tesón, sueños, esperanzas, sacrificios,
etc., vieron como todo se cuarteaba, se resquebrajaba y se diluía. Se esfumaba.
Antes de
1939, fue el terremoto de febrero de 1835 el que aplastó también la memoria
individual y colectiva de los chillanejos. El terremoto de 1835, que cuenta la
historia que el señor cura de Chillán de ese tiempo tuvo la premonición de
anunciar en plena misa dominical un par de meses antes y en varias
oportunidades, determinó que la ciudad se tuviera que reconstruir totalmente y
de manera tan drástica que cambió hasta su emplazamiento. El Chillán que nace
post sismo de 1835, es el Chillán que desaparece el 24 de enero de 1839. Allí,
en esa hora y en ese punto del planeta y del universo, se desmemoria Chillán.
Retomar los
hilos de la memoria no ha sido fácil para la comunidad chillaneja, porque por
muchos años se vivió, principalmente, la tarea de armarse como personas, como
familias, como una nueva ciudad que hasta arquitectónicamente fue otra.
Intentar asumir lo sucedido desde la sobrevivencia hasta la superación lenta y
fatigosa de perderle el miedo, el pánico a los movimientos telúricos. Se vivió
también el éxodo de cientos de familias chillanejas. Fue como un árbol que
bruscamente vive el proceso acelerado de la pérdida de todas sus hojas. En
medio del desconcierto post terremoto, las familias y la ciudad requieren
volver a ponerse de pie. La memoria colectiva queda como en suspensión, entre
paréntesis.
No está de
más recordar que esa noche tremenda del 24 de enero de 1939, las historias de
las familias chillanejas representadas en sus fotografías, documentos, libros,
sus casas, etc., se perdieron. Quedaron sepultadas bajo toneladas de escombros
o consumidas por el fuego. Poco a poco, me imagino, todas las familias deben
haber hecho el mismo ejercicio; se van mitigando las heridas, suavizando los
dolores, y viene esa necesidad perentoria de reunir especialmente fotografías
que devuelvan rostros, recuerdos, historias: memoria. Se atesoran, se miran una
y mil veces en reuniones familiares y nadie quiere perderlas. ¿Regalarlas?
Jamás. ¿Prestarlas? Rara vez.
Ha pasado el tiempo y se han hecho interesantes
esfuerzos por recuperar la memoria colectiva. Las personales, las familiares,
las comunitarias. Yo le llamo a eso “memoria” y “memorias”. Se ha ido
reconstruyendo poco a poco el cómo éramos hasta del 24 de enero de 1939. La
fecha en sí, esa noche trágica y todo lo que ello significó para Chillán y
Ñuble, quedó como congelada en el tiempo, atrapada como en una fotografía
gigantesca. Personas como el abogado e historiador Fernando Martínez Labatut,
los docentes e historiadores Marco Aurelio Reyes, Alejandro Witker, Marcial
Pedrero y otros, han hecho un importante aporte a la reconstrucción de la
memoria colectiva de Chillán.
Con el
advenimiento de la tecnología digital, surgen otras formas de comunicación y de trabajo. El diseñador
gráfico y artista visual Máximo Beltrán Fuentes cuando crea el sitio “Chillán
Antiguo”, una iniciativa extraordinaria, tal vez no aquilató en ese momento, la
convocatoria y respuesta que iba a tener a través de las redes sociales. Fue
como destapar una caja cerrada. Cientos de personas comienzan a escribir,
enviar fotografías (hoy con la digitalización es posible hacerlo sin pasar las
fotos y arriesgarse a perderlas). Se forma una efervescencia por contar
historias, se inicia el rico proceso de desprenderse de los recuerdos e
historias amadas para compartirlas. Poco a poco, lenta, lentamente, se va
rearmando la memoria colectica con todos estos aportes nacidos desde la
afectividad, desde los recuerdos familiares.
Se ha ido armando a través de este Chillán Antiguo, una historia no
formal ni académica. Ha llegado y surgido desde el nido de los recuerdos de
quienes han participado a través del tiempo. Y se ha ido dando un juego
compartido que es como ir armando un rompecabezas. Como en un collage se han
ido pegando recuerdos y ha ido surgiendo un imaginario colectivo que permite
ser parte y compartir al mismo tiempo una memoria colectiva.
Y entonces
entramos de lleno a un espacio en que palabras como Patrimonio, Identidad,
Identidades y Pertenencia, tienen y adquieren una connotación muy fuerte.
Porque de eso se trata. Los esfuerzos desplegados por reforzar la memoria
colectiva nos llevan a reconocer nuestra identidad e identidades. Nos anudan y
nos obliga a mirar y reconocer nuestro patrimonio. Todo este amasijo tan sutil
nos envuelve para hacernos sentir ese lazo que se denomina pertenencia. Quién
soy y de dónde vengo. Allí me reconozco. Allí se escucha el aletear de la
sangre que ha venido atravesando desde generaciones, desde muy atrás, hasta
nosotros. Allí está todo lo que sin demasiadas explicaciones nos anuda a la
tierra.
Este nuevo y
tercer espacio o plataforma nos ofrece la posibilidad se seguir armando
historias. La individual y la colectiva. Es una invitación abierta a compartir
con generosidad lo que somos. Estas interesantes instancias que se crearon a
través de la iniciativa de Máximo Beltrán, debemos aprovecharlas y cultivarlas.
Hacerlo con todo el cariño, el respeto y la generosidad que esto merece, porque
es de todos. Hemos emprendido una tarea, un camino con la mirada puesta en el
mañana, pero transitando un pasado que nos confirma. Los fantasmas que
transitan por las calles de Chillán ya no están solos.
Vistas de la revista coleccionable
CONTENIDO.
Un aporte de
la Intra-historia, aquella que se va formando
con el correr y devenir del tiempo pero que no ha sido en parte llevada
a las aulas y a los libros; todo lo imaginable que se conserva en los relatos,
en los materiales iconográficos, albunes familiares y que está a punto de extraviarse por el mundanal
devenir del progreso, o que ya inevitablemente perdimos.
SECCIONES.
La revista
patrimonial Chillán Antigua tiene diferentes secciones, donde la comunidad
chillaneja participa, es decir es un medio activo de compartir vivencias, historia,
relatos, patrimonio e identidad. Siendo esta reforzada por las siguientes divisiones.
1.- Cartas
de chillanejos que están fuera de la ciudad y comparten sus vivencias.
2.- Albúm de
familia, donde los chillanejos podrán compartir sus fotografías patrimoniales e
ir formando nuestro album como ciudad.
3.- Aportes
de historiadores, artistas, gestores culturales, autoridades sobre la
contingencia patrimonial en la ciudad.
4.- Incluye
la publicación una separata coleccionable de una foto patrimonial de la ciudad.
STAFF.
Director;
Máximo Beltrán Fuentes.
Editor; Patricia Orellana Cea
Comunicaciones:
Laura Daza
Colaboradores:
Ramón Bastías, Marco Aurelio Reyes, Carmen Mantilla
Fotografía:
Plataforma Chillán Antiguo y familias Arévalo, Bastías, Bocaz, Cabrera, Etcheberry, Fischer, Jofré,
Riveros, Sandoval y Salvo.
PUBLICO / Destinatario
Estudiantes Enseñanza Media y Superior
Universitarios carreras Pedagogía, Historia y afines.
Chillanejos y Publico general
DISTRIBUCIÓN
Chillán / Kioskos del Paseo Arauco
Libreria Mas Libros / Roble 844
Librería Todo Libros / Libertad 744
VALOR
$ 2.000
CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS Revista.
Revista de
16 paginas
Tamaño 27.5
x 21 cms.
Impresa a un
color
Papel Tapas
couché de 130 grs.
Papel
Interiores papel imprenta 52 grs.
INSERTO
Fotografía
patrimonial coleccionable
Impresa a un
color
Papel couché
mate de 300 grs.