martes, 28 de junio de 2011

Patrimonio e identidad, piedra angular de la memoria colectiva

p. Patricia Orellana Cea.
Periodista Cultural, Diario La Discusión - Chillán



Chillán posee un patrimonio amplio y diverso. Es una ciudad moderna, que surge después del sismo de 1939 con técnicas de avanzada en construcción, pero que integra a los antiguos barrios.

La ciudad de Chillán está próxima a cumplir 431 años desde que fuera fundada un 26 de junio de 1580 por el mariscal Martín Ruiz de Gamboa. Cuatro siglos y tres décadas de un caminar que está cruzado de nutrida historia hecha de sudor y lágrimas, como perfectamente podría decir más de alguien.
“Silla del Sol” se le dice, y el franciscano, músico y poeta fray Ramón Angel Jara, autor de un poemario con este nombre, argumenta que se denomina así, porque aquí de verdad, el sol se sentó en su silla, aludiendo a los calurosos estíos nuestros. Los terremotos han sido la muestra de cómo la mano de la naturaleza se ha manifestado de forma categórica y ha determinado la vida y la historia de la ciudad y de sus hijos. El del 20 de febrero de 1835 deja a la ciudad tan devastada que por decisión gubernamental se le busca un nuevo emplazamiento. Se vive así lo que se reconoce como la cuarta fundación de Chillán. Es la ciudad que hoy conocemos, la anterior es el actual Chillán Viejo.
Comienza así y a partir de noviembre de 1835, la configuración de la nueva ciudad, con sus hitos más importantes como edificios públicos, plazas, iglesias, mercado, barrios, etc. Todo lo que en un amasijo vital va conformando el devenir de la comunidad chillaneja. De acuerdo a los registros, el año 1887 se da forma a lo que conocemos como las cuatro avenidas: Brasil, Ecuador, Argentina y Collín. Ya con ello, Chillán pasó a ser la ciudad de las cuatro fundaciones y las cuatro avenidas. La naturaleza del chillanejo pareciera ser contar con la capacidad de renacer constantemente, de emerger con fuerza después de cada tragedia y tener, lo que es una cualidad propia del ser humano, de reencantarse, reinventarse y seguir caminando.
El terremoto del 24 de enero de 1939 deja una vez más a Chillán en el suelo, pero esta vez con una cantidad de vidas que se perdieron que hasta el día de hoy cuando se escucha parece difícil de procesar. Más de 25 mil, se dice. Lo cierto es que en medio de tanta muerte y desastre, no fue posible inscribir defunciones y nada que se le pareciera. Los historiadores señalan que el Chillán que se perdió en la noche del 24 de enero, era una ciudad hermosa, con construcciones de gran estética y con todo lo que una urbe requiere. ¿Qué le queda a Chillán de esa ciudad que se levantó con la cuarta fundación? Hasta donde sabemos, pareciera que el único vestigio que está en pie de ese tiempo, son los antiguos muros del antiguo convento de San Ildefonso de los Franciscanos, territorio patrimonial ubicado en calle Sargento Aldea frente a la Plaza San Francisco. En construcción maciza de adobe con grandes vigas de madera y en dos plantas, con muchas áreas deterioradas por numerosos sismos, teniendo como corolario el del 27 de febrero de 2010, aún sigue en pie y guarda su señorial belleza, que con su patio-jardín con palmeras, limoneros y otras especies, invita a la paz y la reflexión. No se sabe de intenciones organizadas que se interesen por conservar este emblématico espacio a todas luces patrimonial.
En el mismo recinto se levanta la casa parroquial, el Colegio San Buenaventura y la iglesia parroquial, templo que sufrió daños severos el 27 de febrero de 2010 y que hoy está en vías de restauración y rescate en lo que es su nave central. Es una construcción de estilo románico con tres grandes naves que fue proyectada por el arquitecto italiano Eduardo Provasoli y terminada por su similar, el francés Víctor Auclair. Hoy se recupera gracias a un proyecto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que otorgó 100 millones de pesos (fondos para edificios patrimoniales que no son monumentos nacionales). Faltan 60 millones que la orden está gestionando junto a su comunidad.
El Chillán que se levantó posterior a 1939, es una ciudad catalogada como moderna, aquí convergieron arquitectos audaces en ese tiempo, que utilizaron el hormigón armado, (la iglesia de San Francisco había sido levantada con esta nueva técnica); además de una nueva concepción de la utilización de la luz. Con otra novedad, el mirar a la altura y construir en más de una planta y, con jardines a la calle. El movimiento alemán Bahaus se replica en la ciudad y las casas que aún se conservan, constituyen un importante patrimonio. Chillán cuenta con un barrio cívico moderno y en el estilo que impusieron los arquitectos de la reconstrucción. Surge así el edificio ícono de la ciudad: la Catedral, proyecto del arquitecto Hernán Larraín Errázuriz, quien también proyecta el inmueble del diario La Discusión. Otro patrimonio arquitectónico local, al igual que la estación de Ferrocarriles, Bomberos y otros.
¿Cómo se mira y se conserva; cómo se pone en valor toda esta amalgama de la ciudad que incluye también barrios patrioniales como Santa Elvira y otros? Bueno, naturalmente con recursos para conservar y para promover políticas que llevan a crear una conciencia en lo que se refiere a memoria colectiva, identidad y patrimonio.
Preguntamos al arquitecto Carlos Inostroza (Concepción) experto en temas de arquitectura patrimonial, cómo ve a este Chillán tan histórico. Nos señala que se trata de una ciudad colonial importante en la Región del Bío Bío. “Su historia así lo demuestra, desde sus inicios. Es una mezcla de vida urbana y de vida agrícola y ganadera que sigue siendo, a través del paso del tiempo algo vivo y permanente en ella, y que ha determinado lo que es como sumatoria. Después del terremoto de 1939 emerge como una urbe moderna, pero que conserva su sello. Chillán tiene sin duda mucho patrimonio y también muy diverso, ¿cómo conservarlo?, esa es la gran tarea”.
Añade el profesional que lamentablemente el particular no tiene, no cuenta, con una política estatal que le favorezca para poder conservar este patrimonio como sucede en otros países.
“Tiene gravámenes, pero no apoyo y sin duda eso influye fuertemente en la desaparición de inmuebles patrimoniales en Chile”. Hay que cambiar de mirada, señala el profesional.

Cinco acontecimientos de la intrahistoria chillaneja

Marco Aurelio Reyes Coca
Decano de la Facultad de Educación UBB




Sin duda que al margen de la historia oficial o canónica, existe una intrahistoria que subyace, pero no está destacada ni en libros o textos. A continuación 5 de esos capítulos destacados en los más de cuatro siglos de Chillán.

1.- La destrucción del primer Chillán, en 1598, por el gran alzamiento indígena, fue precedida por el éxodo de la población hacia Duao (en el Maule). Encabezaba la expedición de los 300 emigrantes la venerada imagen de la Virgen María, la Bella Peregrina. Los enardecidos indígenas, que habían demostrado especial ferocidad, e incluso habían prendido fuego a la ciudad, contemplaron impotentes la peregrinación encabezada por la Santísima Virgen María, dejando pasar a los españoles, sin realizar manifestaciones de hostilidad.

2.- Nuestra Señora del Rosario, venerada por los dominicos, seguiría en la memoria colectiva de los chillanejos, durante el infausto terremoto del 1751, que provocó el traslado de la ciudad al Alto del actual Chillán Viejo. Todos los presentes pudieron presenciar el portentoso milagro del sudor y lágrimas de Nuestra Señora del Rosario.
3.- Durante los sucesos del traslado de la ciudad al actual emplazamiento, a raíz del terremoto de 1835, llama la atención el curioso y popular plebiscito convocado por el párroco José Antonio Vera, el “Chilote”, así llamado por sus actitudes poco pulcras y demasiado populacheras. Llamó a los chillavejanos a no trasladarse a la nueva ciudad, posición triunfante en el plebiscito especialmente por los más desposeídos. Sin embargo, no logró impedir el traslado decidido por el Gobierno del Presidente José Joaquín Prieto. El cura Vera sólo logró que los pobres de la ciudad permanecieran en el pueblo viejo o arruinado.

4.- Las primeras huelgas de obreros en Chillán desde 1892 en adelante, demuestran la actividad sindical, a pesar de no ser una ciudad industrial ni portuaria. En 1892, se registran dos movimientos huelguísticos: de los ferroviarios, paralizando el transporte de carga; y otro, el de los vendedores del mercado, unos 500, que exigían la prohibición de ingreso de las carretas con frutas y legumbres, exceptuando los días sábados.
En 1905, se realiza en Chillán el Primer Congreso Obrero, que entre otros acuerdos, solicitaba al Gobierno, el término de las inmigraciones. La prensa obrera chillaneja mostraba el discurso de resistencia de los trabajadores hacia el sistema económico imperante.

5.- Durante el período de la llamada “Cuestión Social”, de 1891 en adelante, se destaparon los más serios problemas económicos y sociales que afectaban a los grupos vulnerables de nuestra sociedad, pero al mismo tiempo, mostraban la decisión de estos sectores para enfrentarlos de modo colectivo. Uno de ellos fue el angustiante problema de la vivienda, por el crecimiento demográfico de la ciudad ante el éxodo rural. Entre 1919 y 1925, se crea la Liga de Arrendatarios, que entró en escena, como en otras ciudades, a través de las huelgas de arrendatarios de conventillos que proliferaban, especialmente en las avenidas que cerraban la cuadrícula urbana: Argentina, Ecuador, Collín y Brasil.

Centro Cultural para Chillán; nada nos impide soñar...

p.Gladyz Bornand Pérez /presidente grupo Corp. Tanagra Chillán.

En este momento tenemos la oportunidad de hacer historia. De hacer patrimonio.
Nada nos impide soñar, pensar e imaginar el edificio más moderno y emblemático que Chillán y sus habitantes se merecen tener, un Centro Cultural Integral, un edificio que permanezca a través del espacio tiempo, como un nuevo patrimonio para las nuevas generaciones.
Un edificio especialmente diseñado para nuestra era actual, para nuestras necesidades actuales.
Que perdure 80 años o más en el futuro, cuyo diseño arquitectónico tenga el más adecuado y óptimo funcionamiento en los espacios de acuerdo a las necesidades del desarrollo del Arte y la Cultura en una ciudad pujante.
Un edificio con tecnología moderna, diseñado en forma inteligente y lógica. Que tenga la flexibilidad tanto en la estructura como en los sistemas, para ir adecuándose a las nuevas tecnologías entrantes, incrementando así la vida útil del edificio.
La automatización de las instalaciones con la domótica perfecta. Con ahorro energético y cuidado del medio ambiente, usando nuevas energías renovables, como la energía solar, por ejemplo.
Que sea un Centro Cultural Modelo en Chile, como una manera de demostrar que verdaderamente existe la descentralización.
Que la plusvalía del terreno sea equivalente a su equipamiento, un edificio de 8 pisos, con 3 subterráneos, para salas de exposiciones, bodegas y estacionamientos.
Un teatro principal dotado con todo el decoro necesario y digno de un teatro y sin olvidar la acústica, por supuesto.
Muchos camarines, amplios baños, talleres, salas de ensayo, varias salas para conferencias y distintas otras actividades, una video biblioteca de las artes, oficinas, cafeterías etc.

Resumiendo, que cada disciplina de las artes tenga su espacio bien equipado y lógicamente bien diseñado y distribuido.
Les animo a mirar hacia el futuro, a imaginar, a meditar sobre la posibilidad de tener un edificio nuevo, inteligente y sustentable.
El horizonte siempre es más amplio y más profundo de lo que pensamos.
Démosnos la posibilidad de proponer, solicitar este planteamiento ante el Ministerio de Cultura.




Gladys Bornand Pérez.