p. Juan Ignacio Basterrica Sandoval
(Revista Quinchamali)
Nelson
Villagra protagonista del film El Chacal de Nahueltoro interpretando al asesino
Hace cincuenta años atrás, un 30 de Abril de 1963,
el condenado Jorge del Carmen Valenzuela Torres fue fusilado en el patio de la Cárcel de Chillan.
Después de haber estado preso en espera de la sentencia final .Una espera de
casi tres años por los crímenes atroces que conmovieron a la opinión pública y
que a su vez la conmocionaran una vez más con el cumplimiento de la condena de
muerte.
EL CRIMEN
El 20 de Agosto de 1960, en el sector isla de
Alfalfa del Fundo Nahueltoro de la comuna de Cato, Jorge del Carmen Valenzuela
Torres, alias el Canaca, El Campano, El Trucha, y su apodo mas conocido El
Chacal de Nahueltoro cometió el alevoso
asesinato de su conviviente y sus cinco hijos. Su conviviente Rosa Rivas mas
conocida como “La Viuda “conoció a Jorge Valenzuela un día que cortaba leña y
este se le acerco a ayudarla. La mujer que se desempeñaba como cocinera del
Fundo Muticura de Galo Bustos cedió rápidamente en una relación de convivencia
.Todo transcurría normalmente, hasta que un día Galo Bustos cansado de los
permanentes estados de ebriedad de Valenzuela, lo echo de su Fundo siendo
acompañado por Rosa y sus hijos, convenciéndola de que la llevaría a su casa en el Fundo Chacayal. En
la ruta acamparon en la orilla del rio Ñuble en el Fundo Nahueltoro ya que se
les atardeció. Sin embargo en ese lugar permanecerían por más de tres meses.
El diario La Discusión de Chillan de esa época relata de esta manera
los acontecimientos; “El 20 de agosto, Valenzuela Torres se acerco hasta su
conviviente Rosa Rivas, en busca de la pensión de viudez que la mujer debía
retirar cada mes en San Carlos. Rosa venia llegando sin ningún peso en los
bolsillos puesto que un trámite burocrático le había impedido retirar el
dinero. Frente a esta situación Valenzuela reacciono violentamente y tomando la
guadaña, con la que usualmente trabajaba, le dio muerte. Luego hizo lo mismo
con los cinco hijos de la mujer, entre ellos un bebe, cuyos cuerpos fueron
encontrados horas mas tarde por el dueño del fundo Nahueltoro don Exequiel
“Quelo” Dinamarca.
Valenzuela Torres, después de cometer el crimen
huyo del lugar en dirección a la cordillera por lo que se organizo una tenaz búsqueda para atrapar a
la “bestia humana” acorralada en los cajones cordilleranos, a unos 150 kilómetros
de Chillan. Para seguir el rastro de El Canaquita como se le conocía en los
alrededores, solo se poseía una fotografía y se sabía que se trataba de un muchachón
de 22 años nacido en Cocharcas y que vivía para comer, beber y dormir.
Finalmente fue detenido en una pobre ramada de la
localidad de General Cruz con una barba de varios días, con hambre y sed,
totalmente abatido. La curiosidad del publico, la avidez periodística y el
deseo de venganza de la iracunda muchedumbre, obligaron a carabineros a
protegerlo con medidas especiales”.
Valenzuela Torres, era un hombre analfabeto, un
afuerino de los denominados caminantes, que vagaba por los campos y sectores rurales en busca de
trabajos temporeros y ocasionales. No tenia familia, no sabia quienes eran sus
padres como tampoco tenia conciencia de ser una persona inserta en la sociedad,
vagaba por los campos alimentándose de conejos , aves y pescado hasta que un día
un campesino lo encontró en un potrero muy pobre y hambriento ,lo recogió llevándolo
a su hogar le dio vestimentas y le enseño a trabajar. Después continuo en su
caminar pues gustaba de andar solo arrimándose a los hogares de inquilinos mas
pobres para capear el frio y las lluvias, fue así como llego al hogar de Rosa
Rivas la que al morir su cónyuge tuvo que abandonar el fundo donde trabajaba siguiéndola Valenzuela
Torres. Además era alcohólico y posiblemente
autor de hurtos y pequeños engaños dado los diversos alias que se le conocían.
Detención de
Jorge del Carmen Valenzuela Torres
Posteriormente, en el trámite judicial de
reconstitución del crimen, el diario La Discusión de Chillan, relataba en su
publicación lo siguiente;
“Durante 1 hora y 23 minutos, la bestia humana
respiro el aire limpio del campo cuando se realizo la reconstitución de la
escena del macabro crimen de Nahueltoro. El Chacal describió los pasos por los
cuales ultimo a seis de sus victimas. Con una indiferencia que abisma revivió
el domingo toda la horrorosa escena del crimen. Además se le enrostraba ser un
falsificador de la cedula de identidad. Este “despojo humano” vivía al margen
de todos los cánones y convencionalismos sociales imaginables. Su vida había
sido animalesca.”
En su relato comento como después de comer y beber
alcohol en abundancia y tras una riña con Rosa Rivas, la acuchillo varias veces
dándole muerte, después de lo cual durmió profundamente. Al despertar se dio
cuenta de lo ocurrido por el llanto y miedo de los niños que huían de el. Los
persiguió uno a uno dándoles muerte con una guadaña y lanzándoles grandes
piedras. Declarando que había matado a los niños porque al no tener madre, no
quedaran solos y sufrieran en la vida. Después huyo y al ser detenido totalmente borracho en una ramada ceca de
Pemuco en General Cruz, ni siquiera recordaba que era el autor de los
homicidios.
Escena
de la reconstitución del crimen.
Jorge del Carmen Valenzuela Torres detenido
junto al Suboficial Ignacio Loyola
EL ENCARCELAMIENTO
Jorge del Carmen Valenzuela Torres ingresa a la
cárcel de Chillan en espera de su condena. Allí el Alcaide a cargo del recinto
penitenciario era don Alfonso Piedra Ortega, quien fuera un guía y un testigo
directo de la rehabilitación de Valenzuela. Cuando este asumió su cargo en
Chillan, hizo pintar unas letras en las puertas del recinto que demostraban su
visión sobre la recuperación social de los delincuentes. En la primera puerta
se leía la frase “Sean estas cuatro murallas manantial de reforma y de fe.”, en
la segunda “Redimir no reprimir”.
El Suboficial
Ignacio Loyola junto al Alcaide de la cárcel de Chillan Alfonso Piedra O.
El personal de Gendarmería local también estaba
conformado por el Sub Oficial Mayor don Ignacio Loyola quien era el jefe de la
guardia, y un segundo Sub Oficial de apellido Caro, según recuerda el hijo del Alcaide Piedra, don
Patricio Piedra Schultze. El médico de Gendarmería en Chillan de la época era
el Doctor Pedro Lama, y el Sacerdote capellán de la Cárcel local era el Padre Eloy Parra.
Según recuerda don Patricio Piedra, su padre se
preocupo de que Valenzuela durante su presidio recibiera ayuda para que
aprendiera a leer y escribir, lo que a través del tiempo fue cambiando la
conciencia del detenido dándose este cuenta de las barbaridades cometidas y
demostrando un total arrepentimiento. Así se lo hizo saber en una carta que le
dirigiera Valenzuela al Alcaide Piedra escrita antes de ser fusilado,
consignándose los agradecimientos por las oportunidades dadas por todo el
personal local mediante sus apoyos y
comprensiones para tomar conciencia valorica entre lo bueno y lo malo.
Piedra recuerda también la labor espiritual del
Padre Eloy Parra quien convirtió a Valenzuela Torres en la fe, abrazando la
religión Catolica. El Sacerdote fue su guía espiritual, su confesor y su amigo.
Según declaraciones posteriores del Padre Eloy estaba convencido del real
arrepentimiento que Valenzuela tuvo de sus hechos delictivos.
Patricio Piedra recuerda que el tenia cerca de 10
años de edad y rememora el inusual movimiento previo al fusilamiento. Una
comitiva de Santiago a cargo del Comandante Layera llego como un mes antes del
cumplimiento de la pena, también llega el Director del Servicio de Prisiones
que era el cargo que hoy corresponde al Director General de Gendarmería,
miembros especiales del Ministerio de Justicia y los fusileros quienes un par
de semanas antes se prepararon material y psicológicamente para llevar a cabo
su tarea.
Valenzuela Torres durante su estadía en la cárcel y
en su proceso de reconversión y arrepentimiento, recibía libros, fruta,
alimentos, etc enviados por diversas entidades y personas que veían el arrepentimiento
de sus acciones. Piedra recuerda cuando el reo escribía un par de semanas antes
una especie de diario o bitácora de vida en un cuaderno de 40 hojas y con una
pluma fuentes que le fuera regalada. El destino de este documento se ignora
pero se da fe de su existencia.
Patricio Piedra, recuerda, que su padre como
Alcaide de la Cárcel de Chillan junto a personal ad-hoc de estadísticas
penitenciarias, elevaron el informe al Presidente don Jorge Alessandri En el se daban a conocer
los cambios profundos de conciencia y los buenos comportamientos mas el hecho
de aprender a leer y escribir por parte de Valenzuela Torres que a juicio y
opinión del Alcaide ponían en conocimiento al Presidente de la República a fin
de obtener el indulto presidencial para el condenado a muerte.
El Alcaide
Alfonso Piedra junto a funcionarios redactando el informe para indulto
presidencial
Por su parte el Padre Eloy Parra y otros sacerdotes
intercedieron con una carta a las autoridades a fin de que no se llevara a cabo
la pena de muerte también solicitando el indulto.
Sin embargo al ser negado el indulto por el
Presidente Alessandri, el día 29 de Agosto ,recuerda Piedra como su madre, doña
Edith Schultze Thiele cosía en una
maquina la venda que seria usada en el fusilamiento. La venda era un requisito
obligatorio y reglamentario pese al deseo de Valenzuela de no querer ponérsela.
Durante toda esa noche la Plaza San Francisco o
Pedro Lagos ubicada al frente de la cárcel de Chillan se lleno de gente
pidiendo clemencia y que no se llevara a cabo la pena de muerte. Fue un
espectáculo masivo que demostraba como calo hondo en la sociedad el hecho de la
demora en la sentencia, y que mientras tanto el reo se hubiere incorporado a la
sociedad instruyéndose, se rehabilitara
y hubiese demostrado su arrepentimiento.
Al día siguiente recuerda, con la asistencia del
Ministro de Justicia, el Director de Prisiones, su padre el Alcaide de la
cárcel de Chillan Alfonso Piedra, el Padre Eloy Parra, el Doctor Pedro Lama y
los medios de prensa acreditados se llevo a cabo esa mañana el fusilamiento de Valenzuela
Torres causando gran conmoción publica. La prensa escrita cubría en ediciones especiales,
al igual que las emisoras radio Portales, Cooperativa, Minería y Agricultura
según refiere el historiador don Marco Aurelio Reyes Coca.
EL FUSILAMIENTO, cumplimiento de una condena.
El día 30 de Abril de 1963 casi dos años y siete
meses desde la detención de Valenzuela Torres se llevo a cabo su condena a
muerte por fusilamiento. El diario La Discusión dio testimonio de esos
acontecimientos de la siguiente manera; “Tras un viento crujiente acompañado de
gruesa lluvia que seis horas antes soplaba en la ciudad, a las 07.21 justas de
la mañana expiro en el banquillo Jorge del Carmen Valenzuela Torres, el gañan
de 23 años de edad que el atardecer del 20 de agosto de 1960 se transformo en
seis veces asesino. A las 05.20 de la mañana se puso frente a una mesa y hasta
las 05.40, escribió serenamente. Se trataba de una extensa carta dedicada al
alcaide y personal de la cárcel a quienes agradecía las atenciones recibidas,
diciéndoles que solo en ellos hallo la ternura que la sociedad le negó por
muchos años. Jorge del Carmen Valenzuela llego tranquilo a cumplir su condena.
Ni una queja, ni una preocupación se advertía en su paso que era seguro, no
obstante los grillos que llevaba. Las cámaras fotográficas funcionaban sin
cesar, siguiendo paso a paso el camino al patíbulo de Jorge Valenzuela. El
sacerdote permaneció junto al homicida mientras el comandante Layera hacia con
la mano derecha una leve seña para que el capitán Iván Sepúlveda entrara a la
cárcel con los ocho hombres del pelotón de fusilamiento. Estos avanzaron
sigilosamente sobre sus zapatillas de goma, evitando hasta el más pequeño ruido
y se instalaron dando la espalda al mar y a unos cinco metros del banquillo.
Los cuatro de adelante estaban hincados
y los otros cuatro se mantuvieron de pie. A otra señal previa convenida, el
capellán comenzó a retirarse del banquillo, junto al comandante Layera. El
primero elevo el tono de su voz, para simular que seguía rezando al lado del
ajusticiado. En ese instante, el capitán Sepúlveda, apenas se levanto la
espada. Eran las 07.21 horas. Los ocho fusileros dispararon casi
simultáneamente y de inmediato se retiraron al interior de la cárcel, por el
mismo portón por donde entraron. El jefe
del pelotón permaneció en su puesto. Hubo un instante de suprema consternación
cuando el doctor Pedro Lama se acerco de nuevo al reo, y lo ausculto
cuidadosamente, de preferencia en la región del corazón. De las ocho carabinas,
solo una estaba sin balas. Cuatro tiros dieron directamente en el corazón y
tres en el tórax. Las autoridades y periodistas recibieron la sorpresa de una
ejecución extraordinariamente rápida.”
Sus restos fueron enterrados en el Cementerio de
San Carlos, convirtiéndose en lugar de peregrinación de favores hasta el día de
hoy por muchas personas que allí acuden a visitarlo. Así lo delatan las
numerosas placas y ex votos por favores supuestamente concedidos. En la
sociedad esta historia de crimen y de impacto social con el fusilamiento de
Valenzuela Torres y su llevada al cine, dieron origen a una de las leyendas de
la criminología chilena que se han incorporado en el acervo patrimonial popular
del país.
EL IMPACTO EN LA OPINION PUBLICA y la discusión sobre la pena de muerte.
Durante todos los meses en que Valenzuela esperaba
su condena, y desde que este aprendiera a leer y escribir, reformándose al
convertirse en una persona educada, la opinión publica comenzó a prestar
especial atención a este caso criminal. La opinión publica que concito la
condena a muerte como pena capital también hizo que muchos solidarizaran con el
reo. Se agrego además en este caso el hecho de la demora en la dictación de la sentencia que condenaba a muerte a un hombre
rehabilitado.
Muchos veían este castigo como el resultado de la
ley del Talión, del ojo por ojo, prescindiéndose totalmente de la capacidad del
arrepentimiento y la reinserción social de aquel que desde la ignorancia mas grande se superaba
como persona a través de la educación.
La opinión pública puso en el tapete la
conveniencia y la inconveniencia de que existiera la pena privativa de la vida
en nuestra sociedad y en su legislación penal.
Por un lado estaban los que se oponían a ella,
basados en casos como este, criticaban que el Estado negara la vida a una
persona que dándose cabal cuenta del alcance y gravedad de sus actos se le
negara por el mismo Estado el arrepentimiento y la
posibilidad de vivir. En este tiempo cobro gran importancia las ideas tomada
del Tratado de los delitos y las penas de Cesar Bonesano conocido como el
Marques de Beccaria ;este autor y penalista italiano sostenía de acuerdo a las
ideas de Russeau de que el Estado como administrador social y celador de la
sociedad no tenia derecho a disponer de la vida de sus ciudadanos ni aun como
pena de delitos atroces, pues el soberano como mandatario de la voluntad del
pueblo que se auto limitaba por el pacto social, entregaba al estado un mandato
que en ningún caso podía ser atentatorio contra la vida, bien y derecho natural
anterior al pacto social que le otorgaba poder al Estado. Así el derecho a la
vida no daba derecho a que el Estado la quitara aplicándola como pena.
Por otro lado había aquellos que coincidiendo con
la legislación penal vigente, la aceptaban como disuasiva y expiatoria al daño
causado. El Estado debía tener los medios para ejemplificar que ciertos actos
atentatorios a la vida de sus miembros no debían de ser disminuidos y la
sociedad debía legítimamente defenderse de aquellos que la violentaran
rompiendo el equilibrio social.
El Presidente de la República por tanto al denegar
el indulto, mantenía el respeto a la ley penal y a la independencia de los
poderes del Estado, dejando que el poder judicial llevara a cabo el cabal
ejercicio punitivo que en este caso le correspondía de acuerdo a la legalidad
vigente en la época. El Presidente Alessandri respetuoso del orden
institucional y de la independencia del poder judicial renuncio de esta manera
a la posibilidad de conceder indulto, situación que los anteriores mandatarios
enfrentados a esta decisión habrían tomado de igual forma.
El impacto y la retorica de este caso causo gran
debate en la sociedad chilena de entonces, marcando desde luego la necesidad de
revisar la pena de muerte en casos que como este representaron una realidad
social que imperaba en la sociedad de ese tiempo