p. Máximo Beltrán
Relato en Revista Chillán Antiguo & Vitrina Urbana
Hablar de sepulturas en Chillán, es hablar también de creencias, ritos, de la hegemonía católica, de nuestra historia patria y de cómo la separación de la Iglesia y el Estado deja su improntas también en provincia.
Chillán y sus fundaciones no nos habla de los sitios de inhumación, los profesores de historia nunca nos dijeron que nuestros ancestros eran sepultados en los terrenos de las iglesias y conventos, hermanando la religiosidad desde el nacimiento hasta la muerte. ¿Y los ateos? ¿Los de otras religiones? Desde el periodo de Conquista y Colonización, hasta la Independencia (1540 -1818) las fronteras siempre fueron celosamente cuidadas de los “herejes”. Por lo tanto, durante casi 300 años hubo una sola religión, después con las fronteras abiertas al mundo y una sociedad política llana al crecimiento, pluralismo y tolerancia llegaron los inmigrantes ingleses y alemanes que nos trajeron otras maneras de ver la vida. El protestantismo y el laicismo dieron las bases de la separación de la Iglesia y el Estado, así el espacio sagrado se seculariza.
Sobre la poca higiénica inhumación, Barros Arana relata: “La fosa para el entierro había sido abierta de antemano. Removíase el piso del templo en una extensión de dos a tres varas, extraíase la tierra para dar cabida al ataúd; y cuando este había sido sepultado, se acomodaban, las losas o los ladrillos cuidadosamente para hacer desaparecer toda señal del sitio en que se había hecho el entierro. Solo sobre las sepulturas de los obispos era permitido poner una lápida con una inscripción conmemorativa, aun en estos casos, la lapida no debía sobresalir del piso del templo. (…) Pero el inconveniente más grave que resultaba de esta práctica era el convertir en lugares de infección el recinto de los templos, donde se reunía tanta gente cada día. El aire que se respiraba en ellos cuando permanecían cerrados por algunas horas, era tan mal sano y tan intolerable que era indispensable abrir las iglesias antes de amanecer para ventilarlas antes que concurriesen los fieles; y aún así eran frecuentes las enfermedades contraídas por haber respirado las exhalaciones que se desprendían del suelo. La sepultación de los templos, condenada ahora por todo el mundo, no lo era entonces sino por uno que otro adelantado a las preocupaciones de su época”.
Funeral por las calles de Chillán (1915)
Funeral a pie, en carroza mortuoria. (1960)
Foto gentileza sr. Patricio Pereira
Cronológicamente los espacios de muerte en Chillán
1580 – 1835: La iglesia parroquial, los conventos Franciscano y Mercedarios y terrenos no formales como el campo.
1835 – 1910: El Cementerio Parroquial, lado oriente de la ciudad, Cementerio de los Disidentes o Alemán, al lado del parroquial y las iglesias y conventos de la ciudad.
1910 – 2014: El Cementerio Municipal, Cementerio Parque Los Héroes y el Cementerio Parque Las Flores.
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