Marcia Castellano
Máximo Beltrán
Cada tarde, desde las 20 horas, un grupo de hombres vestidos de traje oscuro, camisa blanca y corbata, casi mimetizados entre sí, se reúnen en calle Rosas Nº456. Se saludan con un singular apretón de manos, ingresan al Templo Masónico para participar de una nueva jornada que no es misa, homilía ni ceremonia, simplemente la denominan tenida. Lo que sucede adentro del templo es parte de un ritual solemne que solo conocen sus miembros y que desde siempre ha estado acompañado de un halo de misterio para los no iniciados, profanos en su jerga.
Ya al interior del templo, los aprendices, compañeros y maestros se ubican en el puesto que les corresponde según una estructura preestablecida. Lejos de ser un espacio minimalista, de escasos decorados, el templo de Chillán es colorido y lleno de símbolos que para un visitante podrían carecer de una segunda lectura; sin embargo, para los iniciadoscada elemento presente en el templo ha sido incorporado poruna razón que no es casual y acondicionado de acuerdo a los puntos cardinales.
Carlos René Ibacache, reconocido profesor normalista, pertenece a la Orden desde la década del 50; en grados masónicos es 33, el más alto peldaño en la jerarquía interna. A sus 91 años, es un ameno interlocutor sobre los temas más variados y un personaje activo en los círculos culturales. Siempre abierto a la conversación, explica que la Masonería se vale de múltiples símbolos para transmitir el conocimiento y que cada miembro es llamado a reflexionar sobre el significado de estos. Por ejemplo, la cadena que rodea todo el perímetro superior del templo, explica Ibacache, puede ser interpretada como un símbolo de unión o de prisión. La misma dualidad se observa en otros símbolos presentes, como el damero en blanco y negro que cubre toda la superficie rectangular del templo.
Elementos como las doce columnas blancas que rodean el recinto, también llaman la atención. Decorados en rojo, celeste y amarillo, los pilares rematan en la parte superior con los doce signos del zodiaco y sostienen simbólicamente la Bóveda Celeste, quees un techo curvopintado con los colores del cielo y decorado con estrellas. La primera impresión es sobrecogedora. Todos los símbolos, como las letras B, J, un vitral con una estrella que lleva al centro la letra G, la piedra bruta y la piedra cúbica, las espadas, escuadras y compases, los dibujos egipcios, el sol y la luna, entre tantos otros, adquieren significado a través del proceso iniciático. La interpretación de estos símbolos no es dogmática, tal como sucede con la figura del “Gran Arquitecto del Universo”, cuyos atributos son asignadas según las creencias o cultura de cada masón. Así lo explica el Venerable Maestro de la Logia Tolerancia Nº12, Manuel Quilodrán, «la Masonería lo ha adoptado como manifestación de respeto a todos los cultos. Es la denominación en donde nuestros hermanos que pertenecen a las distintas comunidades religiosas pueden ver a su particular divinidad. Incluso aquellos de nuestros hermanos que no participan de religión alguna, pueden ver en el Gran Arquitecto del Universo el Átomo Primitivo o aquello que dio origen a la vida».
Sin embargo, esta apertura hacia todos los credos no siempre ha sido vista con buenos ojos, pues al proclamar al Gran Arquitecto del Universo como símbolo superior, sin prohibir ni imponer a sus miembros la adhesión religiosa, encontraron en la Iglesia Católica a su principal detractora. «Las causas pueden estar en que, siendo una institución que proclama la búsqueda de la verdad y la Libertad de conciencia, aparecen aquellos que no comulgan con estos propósitos y procuran desprestigiarnos. Le pongo como ejemplo la virtud de la tolerancia, que la Orden levantó hace siglos como un deber y un derecho esencial para la armónica vida en sociedad. La iglesia Católica fue tenaz enemiga de esta virtud, pues significaba aceptar la existencia de otras comunidades religiosas, lo que era inconcebible pues quien practicaba otra religión se suponía un infiel. La historia ha terminado por imponer en el mundo aquello que los masones levantamos como un derecho esencial, y hoy no se concibe una sociedad democrática sin el ejercicio de la tolerancia», explica Quilodrán.
Paradójico, pero la masonería surgió al alero de la Iglesia Católica, de los reyes y nobles, específicamente en torno a los grandes templosy castillos que se construyeron durante la Edad Media. Basta leer la novelaLos Pilares de la Tierra, de Ken Follet, para hacerse una idea de cuánto dinero, décadas y mano de obra se requería para levantar una catedral de piedra, expresión máxima de belleza del periodo posterior al siglo XI. La piedra era un material imprescindible para estas estructuras y los encargados de darle uso y forma eran los albañiles, en francés maçons (que se pronuncia masón).
Moldear la piedra para esculpir al hombre.
Cada tarde, desde las 20 horas, un grupo de hombres vestidos de traje oscuro, camisa blanca y corbata, casi mimetizados entre sí, se reúnen en calle Rosas Nº456. Se saludan con un singular apretón de manos, ingresan al Templo Masónico para participar de una nueva jornada que no es misa, homilía ni ceremonia, simplemente la denominan tenida. Lo que sucede adentro del templo es parte de un ritual solemne que solo conocen sus miembros y que desde siempre ha estado acompañado de un halo de misterio para los no iniciados, profanos en su jerga.
Ya al interior del templo, los aprendices, compañeros y maestros se ubican en el puesto que les corresponde según una estructura preestablecida. Lejos de ser un espacio minimalista, de escasos decorados, el templo de Chillán es colorido y lleno de símbolos que para un visitante podrían carecer de una segunda lectura; sin embargo, para los iniciadoscada elemento presente en el templo ha sido incorporado poruna razón que no es casual y acondicionado de acuerdo a los puntos cardinales.
Interio Templo Masónico en Chillán
Elementos como las doce columnas blancas que rodean el recinto, también llaman la atención. Decorados en rojo, celeste y amarillo, los pilares rematan en la parte superior con los doce signos del zodiaco y sostienen simbólicamente la Bóveda Celeste, quees un techo curvopintado con los colores del cielo y decorado con estrellas. La primera impresión es sobrecogedora. Todos los símbolos, como las letras B, J, un vitral con una estrella que lleva al centro la letra G, la piedra bruta y la piedra cúbica, las espadas, escuadras y compases, los dibujos egipcios, el sol y la luna, entre tantos otros, adquieren significado a través del proceso iniciático. La interpretación de estos símbolos no es dogmática, tal como sucede con la figura del “Gran Arquitecto del Universo”, cuyos atributos son asignadas según las creencias o cultura de cada masón. Así lo explica el Venerable Maestro de la Logia Tolerancia Nº12, Manuel Quilodrán, «la Masonería lo ha adoptado como manifestación de respeto a todos los cultos. Es la denominación en donde nuestros hermanos que pertenecen a las distintas comunidades religiosas pueden ver a su particular divinidad. Incluso aquellos de nuestros hermanos que no participan de religión alguna, pueden ver en el Gran Arquitecto del Universo el Átomo Primitivo o aquello que dio origen a la vida».
Sin embargo, esta apertura hacia todos los credos no siempre ha sido vista con buenos ojos, pues al proclamar al Gran Arquitecto del Universo como símbolo superior, sin prohibir ni imponer a sus miembros la adhesión religiosa, encontraron en la Iglesia Católica a su principal detractora. «Las causas pueden estar en que, siendo una institución que proclama la búsqueda de la verdad y la Libertad de conciencia, aparecen aquellos que no comulgan con estos propósitos y procuran desprestigiarnos. Le pongo como ejemplo la virtud de la tolerancia, que la Orden levantó hace siglos como un deber y un derecho esencial para la armónica vida en sociedad. La iglesia Católica fue tenaz enemiga de esta virtud, pues significaba aceptar la existencia de otras comunidades religiosas, lo que era inconcebible pues quien practicaba otra religión se suponía un infiel. La historia ha terminado por imponer en el mundo aquello que los masones levantamos como un derecho esencial, y hoy no se concibe una sociedad democrática sin el ejercicio de la tolerancia», explica Quilodrán.
Interior Templo Masónico de Chillán
De gremio medieval a formadores de virtudes.
Paradójico, pero la masonería surgió al alero de la Iglesia Católica, de los reyes y nobles, específicamente en torno a los grandes templosy castillos que se construyeron durante la Edad Media. Basta leer la novelaLos Pilares de la Tierra, de Ken Follet, para hacerse una idea de cuánto dinero, décadas y mano de obra se requería para levantar una catedral de piedra, expresión máxima de belleza del periodo posterior al siglo XI. La piedra era un material imprescindible para estas estructuras y los encargados de darle uso y forma eran los albañiles, en francés maçons (que se pronuncia masón).
Cuando el albañil llegaba al rango de maestro adquiría el privilegio de ser libre para viajar por el mundo buscando más catedrales o puentes que levantar. A estos hombres libres se les llamó francmasones, quienes se agruparon en gremios y así se fueron constituyendo como organizaciones cerradas.«Las herramientas que estos constructores usaban habitualmente en sus trabajos arquitectónicos se transformaron en los símbolos de la Masonería especulativa, otorgándole significados muy especiales», señala Quilodrán en relación al mandil (delantal), guantes y cincel, por nombrar algunos elementos presentes. “Lo que cada símbolo significa es aquello que la Masonería protege, porque se supone que su estudio y significado es el deber y privilegio de cada iniciado. Sin embargo, revelaré un muy escueto significado de la escuadra y el compás: para nosotros son Materia y Espíritu”, agregaQuilodrán sin ofrecer mayores detalles.
Es la misma discreción que prima entre sus miembros, que solo en la provincia de Ñuble alcanza las 400 personas distribuidas en las cinco logias de Chillán y una de San Carlos. A nivel nacional, los masones activos dependientes de la Gran Logia de Chile suman 13 mil, aunque el número casi se duplica si se considera a quienes están inactivos, o en sueño, como les llaman los miembrosque dejaron voluntariamente de participar.También existenLogias Femeninas y Mixtas no dependientes de la Gran Logia de Chile, pero que comparten los mismos ideales de la Orden, que se resumen en la búsqueda de la verdad y el autoconocimiento con el propósito de contribuir a la sociedad. «Lo que cuidamos los masones es que nuestras opiniones y posiciones valóricas sean dirigidas hacia el bien general y al respeto al derecho que los demás tienen a tomar sus propias decisiones. En consecuencia, puede haber masones que están de acuerdo con el aborto, en tanto que también puede haber opositores. Lo mismo en el tema del Acuerdo de Vida en pareja. Lo importante es que los temas se aborden y se dé adecuada solución a los problemas que aquejan a la sociedad», aclara Quilodrán.
Sortear la tormenta.
Durante la dictadura de Augusto Pinochet, quien también fue un iniciado, la Orden sufrió un periodo de estancamiento producto del temor generalizado a reunirse en círculos cerrados de cualquier índole. La incertidumbre comenzó mucho antes, cuando otro de sus miembros y Venerable Maestro, Salvador Allende, dejó este mundo en crudas circunstancias para viajar hasta el Oriente Eterno, que en términos masónicos significa morir. Carlos René Ibacache recuerda ese periodo con nitidez, pues fue puesto en prisión durante tres meses por ofender a la autoridad militar. Esta misma suerte corrieron otros hermanos opositores a Pinochet, comenta, y como las posiciones políticas se exacerbaron se produjo una escisión al interior de la masonería. Incluso fue el propio Luis Riveros, Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, quien dijo en tono de mea culpa institucional que a la Masonería todavía le pesa no haber tenido un rol más activo durante ese periodo, sobre todo en materias tan importantes como la defensa de los Derechos Humanos.
Aquellos años oscuros en que la Masonería “se silenció, se auto silenció y también se le impuso silencio de alguna manera”, en palabras de Riveros, de dividieron y ensombrecieron a la Orden que por aquel entonces se replegó en un absoluto hermetismo. Sin embargo, no borraron el largo camino avanzado desde finales del siglo XIX, cuando se dictaron las Leyes Laicas que vinieron a otorgar mayores espacios de libertad e igualdad a los ciudadanos; la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria; la Ley de Matrimonio Civil; la ley de Cementerios Laicos; la separación entre la Iglesia y el Estado, entre otros hitos que marcaron profundamente la sociedad nacional. Pero la tarea continúa: «Debemos reconocer que en el ámbito de la Educación retrocedimos varios decenios a consecuencia del sistema educacional instaurado por el gobierno militar, que estableció constitucionalmente una libertad de enseñanza que ha resultado funesta, discriminatoria y antidemocrática y que nos tiene considerados como el país con la educación más segregadora del mundo, justo lo contrario de lo que desea la Orden Masónica. No obstante, se ha avanzado en algunas leyes como la Ley de divorcio, la Ley sobre Acuerdo de Vida en Pareja y se trabaja en el proyecto de Ley sobre Aborto Terapéutico, que vienen a poner mayores posibilidades de solución a los problemas que atañen a nuestra sociedad y de los que nadie se hace responsable», recalca Quilodrán.
Ser o no ser.
En medio de una crisis de credibilidad hacia las instituciones políticas y eclesiásticas,muchos jóvenes han vuelto su mirada hacia la Orden; sin embargo, el trámite de incorporación no se reduce a llenar un formulario. Para ingresar a la Masonería hay una serie de requisitos que cumplir, entre ellos: ser hombre mayor de edad(para la Gran Logia de Chile), tener buenas costumbres, contar con los medios económicos para costear una cuota mensual y, principalmente, haber sido presentado por un miembro con cierta antigüedad en la Orden. Posteriormente, una rigurosa entrevista personal y la evaluación por el resto de las logias de Chile completan el proceso, que puede durar varios meses. Una vez aceptado, el primer grado al que se accede es el de aprendiz; luego de haber demostrado méritos (participación regular en las tenidas, dedicación al estudio, entre otras) puede ascender a la categoría de compañero y más tarde convertirse en maestro.
Juan Carlos Romo ingresó a la Masonería hace dos años, tiempo que considera suficiente para revelar su adhesión a la Orden aunque la mayoría de los miembros prefiere guardarlo en reserva. Dudó, pues su empleador es una universidad que postula los valores cristianos, por lo tanto sus aprensiones son más bien laborales. «Sentí que el momento era ahora. Hay personas a las que les afecta contarlo y puede que me afecte, pero tendré que asumirlo. No considero negativo participar en este colectivo social que tiene mucho que ver con las temáticas que desarrollo en la docencia», dice con convicción este joven cientista político. La postura de Romo no es compartida por otro joven maestro masón, 12 años en la Orden, que prefiere el anonimato. «En cuanto a lo formativo nos inculcan no estar haciendo aspavientos de tu membresía, ya que el propósito es que tus cambios positivos sean notados por las demás personas sin que lo relacionen a ser masón o no. También hay un tema práctico que tiene que ver con que algunas empresas e instituciones no lo ven con buenos ojos, y esto se debe a rivalidades históricas con la Iglesia Católica», argumentaDL.
No obstante, en lo que ambos coinciden es en el aprendizaje adquirido. «Te da disciplina al estar asistiendo regularmente y cumpliendo con las tareas que nos asignan. Además, vas aprendiendo del resto porque al verte reflejado en tus pares eres capaz de autoanalizarte e identificar tus puntos débiles para trabajar en mejorar». Las posibilidades de desarrollo personal que comenta DL, también las reconoce Juan Carlos Romo: «Se aprende mucho en el contacto con los demás hermanos, de su experiencia. Antes yo era más nervioso, andaba siempre preocupado, pero en el templo me desconecto, me relajo y me concentro, porque es una buena instancia de reflexión».
La madre de la masonería de Chillán es la Logia Tolerancia Nº 12, que el 28 de octubre de este año cumplió 139 años desde su fundación en 1876. En 1883 fue declarada en receso y en 1914 retomó su actividad. Hoy ya son cinco Logias en Chillán, lo que da cuenta de la forma como se ha crecido en Ñuble y la aceptación que sus valores y principios concitan por parte de la sociedad, explica Venerable Maestro de la Logia Tolerancia Nº12, Manuel Quilodrán.
¿Qué avances ha hecho la Masonería de Chillán en sus 139 años?
En sus inicios comenzaron siendo alrededor de 30 hermanos y hoy somos 400 los activos, más los que se encuentran inactivos. Como institución la masonería no participa en el mundo social, son los masones en forma personal quienes actúan en las instituciones en las que participan. Así nació en Chillán la Sociedad Musical Santa Cecilia, la Sociedad de Bellas Artes Tanagra, el Cuerpo de Bomberos, la Sociedad de Escritores de Ñuble, la creación de la Sede Chillán de la Universidad de Chile, Sociedad de instrucción Primaria, etc., con importante participación de hermanos masones.En acciones más concertadas dio origen a la Liga Protectora de Estudiantes Pobres, los actuales Comedores Universitarios, la Corporación Educacional Colegios Concepción, etc.
¿Qué tareas pendientes hay para el mediano plazo?
Considerando que la Masonería es una institución destinada al perfeccionamiento del hombre, y en concordancia con nuestra visión Meliorista de la vida y de la sociedad, siempre tendremos una tarea inacabada, que es la de adaptarse permanentemente a los cambios y avances que vive la humanidad, y en ese plano actuar. Hombre y sociedad en todos los aspectos estamos permanentemente inconclusos y por lo tanto, nuestra tarea de perfeccionamiento no terminará jamás. En el mediano plazo, tenemos por delante nuevos desafíos en los que los masones debemos estar a la vanguardia. La igualdad de género, la abismante desigualdad social, el cambio climático, el respeto a la diversidad, la depredación del medio ambiente, son algunas de las tereas que ha de asumir la humanidad, y allí estarán los masones para colaborar en todo cuanto sea menester.En lo relacionado con el plano local, la tarea más cercana quizás sea la construcción de una nueva sede, considerando que la que tenemos se construyó para una Logia el año 1940, y hoy ya somos cinco, lo que limita nuestro accionar y nuestras posibilidades de desarrollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario