QUE SE RESISTE A DESAPARECER
por Julio Agustín Parra Luna
por Julio Agustín Parra Luna
un chillanejo radicado en La Florida, agosto de 2021
Somos recuerdos, y son esas imágenes y olores, los que nos forman; aún si las circunstancias nos separaran del terruño, de nuestros muertos y recuerdos; seguiremos atados irremediablemente y sin soborno a nuestra historia. Julio Parra Luna, nos invita con su recuerdo y la valentía propia de los que escudriñan y SE escudriñan , a viajar a esa “fiesta republicana” del 20 de agosto que se resiste a desaparecer y que habita en su memoria. (edición blog)
El 20 de agosto una fecha en el calendario que me marcó desde muy niño cuando conmemorábamos en Chillán y Chillán Viejo el natalicio de Bernardo O´Higgins Riquelme (20 de agosto de 1778) considerado prócer de la patria tras haber participado en el proceso por la independencia de Chile. Ejerció la jefatura del Estado bajo el título de Director Supremo entre 1817 y 1823. Proclamó la Independencia de Chile el 12 de febrero de 1818, formalizando la ruptura de la dependencia colonial respecto de España.
En relación a este día, durante el año 1966 bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) se declara feriado escolar para la comuna de Chillán. Posteriormente, el 18 de agosto de 2014, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet Jeria (2014-2018), se decretó como feriado, para Chillán y Chillán Viejo.
La relevancia de esta efeméride se manifiesta en el Acto Cívico de Celebración frente a la Plaza de Chillán Viejo, una ceremonia de carácter republicano. Los chillanejos asistíamos masivamente a este tradicional evento de conmemoración y homenaje al hijo Ilustre y Padre de la Patria.
El acto y desfile una tradición histórica muy esperada por toda la ciudadanía. Chillán era una fiesta llena de magia y jolgorio, en ella participábamos la comunidad, junto al desfile militar encabezado por la banda del regimiento y un gran contingente de las FF.AA. y Carabineros, Bomberos, Defensa Civil, Organizaciones Sociales, Instituciones Públicas y de Servicio de la Comunidad, Scouts, Escuelas y Liceos junto a Profesores, etc.
En la escuela nuestros profesores nos preparaban ensayando días antes para el desfile oficial. Era un orgullo como escolares desfilar frente a las autoridades de la comuna. En los cursos confeccionábamos banderitas, pompones y gorritos con los colores del tricolor nacional.
Desde calle Libertad y por Avenida O’Higgins, se iniciaba el desfile con todas las instituciones que se iban incorporando en el trayecto, en ambas veredas la multitud los acompañaba hasta Chillán Viejo; no había barreras papales, las personas circulaban libremente, solo que apenas se podía avanzar por el gentío. La muchedumbre iba a mirar pasar el desfile de los militares en la Plaza La Victoria frente a mi querida Escuela N°1. La gente que no asistía se instalaba en las puertas de sus casas a observar el paso marcial de los soldados y civiles participantes.
Una fiesta en la cual se despoblaba la ciudad, familias completas acudían con sus niños y sus guaguas; todos queríamos presenciar este magno acontecimiento del cual disfrutábamos año a año. Una gran fiesta cívica, ciudadana. Chillán era una fiesta llena de colorido.
Era emocionante estar ahí en medio de esa algarabía, ver la gran afluencia de público y ser protagonista de este acontecimiento orgullo de los chillanejos. Los vendedores voceando sus productos: globos, remolinos, banderitas chilenas. También manzanas confitadas, algodón de azúcar, churros, empanadillas, palomitas de maíz, empanadas fritas, sopaipillas… Estudiantes con sus stands vendiendo diferentes productos con el objetivo de reunir fondos para sus paseos de fin de año.
Recuerdo a mi hermano Omar y Manolo Andrade muy pequeños yendo al regimiento a esperar que salieran los militares y venirse con ellos marchando hasta Chillán Viejo. Tanta era su admiración que años después formará parte del ejército.
Paradojalmente esta tradición se rompió con el gobierno militar, los soldados no salieron más desde el regimiento sino que llegaban en camiones a Chillán Viejo al desfile. Se comenzó a acordonar con vallas de seguridad, medida que continuó, en algunos casos, en democracia con el Presidente Piñera, restringiendo el acceso de la gente hasta el mismo lugar de la ceremonia. Ya no existe el entusiasmo de antes en los chillanejos, la magia terminó.
Se hizo tradición desde el presidente Salvador Allende Gossens (1970-1973) que los presidentes de la república asistieran regularmente todos los años a la ceremonia oficial del Natalicio del Padre de la Patria en Chillán Viejo.
Recuerdo el año ‘73 cuando los militares antes que terminara el acto oficial mientras pasaba una larga columna de instituciones, personas y trabajadores que representaban organizaciones sociales y de la comunidad, se levantan rompiendo el protocolo y se van. Sentí el miedo. Miedo por lo que venía… se sentía en el aire un ambiente enrarecido, incierto… fui testigo presencial del desaire y agravio al presidente.
Al año siguiente siendo estudiante de la Universidad de Chile-Sede Ñuble en Historia y Geografía, carrera que fue reabierta después de haber estado clausurada un año. La mayoría de mis buenos profesores se fueron al exilio, algunos de mis compañeros no volvieron; llegaron nuevos profesores uno de ellos Juan Saavedra mi profesor de Historia de América. En el desfile oficial del año ‘74 asistió el dictador Augusto Pinochet Ugarte (1973-1990), y uno de los centinelas que lo protegía era mi profesor con una metralleta en sus manos. Lo demás es historia.
"La historia de los pueblos
está escrita desde sus luces y sombras,
y es desde el habitáculo de la memoria
que nos va entregando lineas
para anudarnos y no perdernos
en el desvarío del olvido"
(Máximo Beltrán)))
Foto aporte sra. Luisa Silva Figueroa
Desfile en Chillán Viejo (1960 circa)
El 20 de agosto una fecha en el calendario que me marcó desde muy niño cuando conmemorábamos en Chillán y Chillán Viejo el natalicio de Bernardo O´Higgins Riquelme (20 de agosto de 1778) considerado prócer de la patria tras haber participado en el proceso por la independencia de Chile. Ejerció la jefatura del Estado bajo el título de Director Supremo entre 1817 y 1823. Proclamó la Independencia de Chile el 12 de febrero de 1818, formalizando la ruptura de la dependencia colonial respecto de España.
En relación a este día, durante el año 1966 bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) se declara feriado escolar para la comuna de Chillán. Posteriormente, el 18 de agosto de 2014, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet Jeria (2014-2018), se decretó como feriado, para Chillán y Chillán Viejo.
La relevancia de esta efeméride se manifiesta en el Acto Cívico de Celebración frente a la Plaza de Chillán Viejo, una ceremonia de carácter republicano. Los chillanejos asistíamos masivamente a este tradicional evento de conmemoración y homenaje al hijo Ilustre y Padre de la Patria.
El acto y desfile una tradición histórica muy esperada por toda la ciudadanía. Chillán era una fiesta llena de magia y jolgorio, en ella participábamos la comunidad, junto al desfile militar encabezado por la banda del regimiento y un gran contingente de las FF.AA. y Carabineros, Bomberos, Defensa Civil, Organizaciones Sociales, Instituciones Públicas y de Servicio de la Comunidad, Scouts, Escuelas y Liceos junto a Profesores, etc.
En la escuela nuestros profesores nos preparaban ensayando días antes para el desfile oficial. Era un orgullo como escolares desfilar frente a las autoridades de la comuna. En los cursos confeccionábamos banderitas, pompones y gorritos con los colores del tricolor nacional.
Desde calle Libertad y por Avenida O’Higgins, se iniciaba el desfile con todas las instituciones que se iban incorporando en el trayecto, en ambas veredas la multitud los acompañaba hasta Chillán Viejo; no había barreras papales, las personas circulaban libremente, solo que apenas se podía avanzar por el gentío. La muchedumbre iba a mirar pasar el desfile de los militares en la Plaza La Victoria frente a mi querida Escuela N°1. La gente que no asistía se instalaba en las puertas de sus casas a observar el paso marcial de los soldados y civiles participantes.
Una fiesta en la cual se despoblaba la ciudad, familias completas acudían con sus niños y sus guaguas; todos queríamos presenciar este magno acontecimiento del cual disfrutábamos año a año. Una gran fiesta cívica, ciudadana. Chillán era una fiesta llena de colorido.
Era emocionante estar ahí en medio de esa algarabía, ver la gran afluencia de público y ser protagonista de este acontecimiento orgullo de los chillanejos. Los vendedores voceando sus productos: globos, remolinos, banderitas chilenas. También manzanas confitadas, algodón de azúcar, churros, empanadillas, palomitas de maíz, empanadas fritas, sopaipillas… Estudiantes con sus stands vendiendo diferentes productos con el objetivo de reunir fondos para sus paseos de fin de año.
Recuerdo a mi hermano Omar y Manolo Andrade muy pequeños yendo al regimiento a esperar que salieran los militares y venirse con ellos marchando hasta Chillán Viejo. Tanta era su admiración que años después formará parte del ejército.
Paradojalmente esta tradición se rompió con el gobierno militar, los soldados no salieron más desde el regimiento sino que llegaban en camiones a Chillán Viejo al desfile. Se comenzó a acordonar con vallas de seguridad, medida que continuó, en algunos casos, en democracia con el Presidente Piñera, restringiendo el acceso de la gente hasta el mismo lugar de la ceremonia. Ya no existe el entusiasmo de antes en los chillanejos, la magia terminó.
Se hizo tradición desde el presidente Salvador Allende Gossens (1970-1973) que los presidentes de la república asistieran regularmente todos los años a la ceremonia oficial del Natalicio del Padre de la Patria en Chillán Viejo.
Recuerdo el año ‘73 cuando los militares antes que terminara el acto oficial mientras pasaba una larga columna de instituciones, personas y trabajadores que representaban organizaciones sociales y de la comunidad, se levantan rompiendo el protocolo y se van. Sentí el miedo. Miedo por lo que venía… se sentía en el aire un ambiente enrarecido, incierto… fui testigo presencial del desaire y agravio al presidente.
Al año siguiente siendo estudiante de la Universidad de Chile-Sede Ñuble en Historia y Geografía, carrera que fue reabierta después de haber estado clausurada un año. La mayoría de mis buenos profesores se fueron al exilio, algunos de mis compañeros no volvieron; llegaron nuevos profesores uno de ellos Juan Saavedra mi profesor de Historia de América. En el desfile oficial del año ‘74 asistió el dictador Augusto Pinochet Ugarte (1973-1990), y uno de los centinelas que lo protegía era mi profesor con una metralleta en sus manos. Lo demás es historia.
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