pag. 10 Revista Chillán Antiguo & Vitrina Urbana
Si a las calles de tierra con polvo en el verano y en invierno el barro, agregamos el estiércol de los animales que circulaban por la ciudad, la higiene constituía uno de los mayores problemas en Chillán, que en el censo de 1895 arrojaba una población urbana en torno a los 23 mil habitantes.
Por la ciudad de fines del siglo XIX circulaban diariamente 900 animales, principalmente caballos, bueyes y vacas que producían unas 14 toneladas de estiercol, los cuales eran depositados temporalmente en caballerizas y establos antes de ser comercializados como abono para faenas agrícolas.
Los malos olores, las moscas y el calor del verano saturaban el ambiente, acusando un alto problema higiénico. Con altas concentraciones de CO2 en los espacios cerrados, es de imaginarse la alta combustión de lamparas para la iluminación, leña y carbón para las cocinas y para la calefacción durante el invierno. Victor Villagra Gacitúa (Higiéne de las calles, Memoria para optar al grado de licenciado en la Facultad de Medicina i Farmacia, Universidad de Chile. 1900), profundiza estos argumentos al señalar que el principal problema de higiene en las calles de Santiago eran "las excreciones animales y clandestinas de transeúntes, polvo y barro según la estación, basuras caseras y la censurable costumbre de depositar el producto de las cloacas en la vía pública". Si esto sucedía en Santiago, es de imaginar que en provincia la situación no era mejor.
Los cementerios de aquellos años emplazados muy cerca de tierrea fértiles y bordeando esteros, además de un precario sistema de alcantarillado, nos fotografían una urbe donde se hará necesario ingresar al siglo XX interviniendo la ciudad con una mirada de salud-pública.
Los cambios realizado desde el Chillan colonial de la cuarta fundación (1835) a un Chillán moderno, lo debemos a dos hombres que se hermanaron a través de una mirada holística y de futuro, lo quiso así el destino y la ciudad recibió sus cuidados. Se trata Vicente Méndez Urrejola y José María Sepúlveda Bustos, el primero en su puesto de intendente de Ñuble (1907 -1920) y el segundo en su calidad de regidor y posteriormente alcalde de la ciudad (1893 – 1921). Durante más de una década trabajando unidos, Chillán paso del huevillo y calles de tierra al adoquinado; el sistema de cloacas da paso lentamente a un alcantarillado que comienza a cubrir más solares; el mejoramiento del servicio de agua potable; la creación del cementerio municipal al poniente de la ciudad; el cierre de los cementerios Parroquial y Alemán; la instalación del sistema eléctrico en 1908; el fin de los carros de sangre (red de transporte público de carros tirados por caballos) y la bienvenida al tranvía . Si bién quedaba un largo camino por recorrer, las bases del progreso ya estaban instaladas.
Los cambios realizado desde el Chillan colonial de la cuarta fundación (1835) a un Chillán moderno, lo debemos a dos hombres que se hermanaron a través de una mirada holística y de futuro, lo quiso así el destino y la ciudad recibió sus cuidados. Se trata Vicente Méndez Urrejola y José María Sepúlveda Bustos, el primero en su puesto de intendente de Ñuble (1907 -1920) y el segundo en su calidad de regidor y posteriormente alcalde de la ciudad (1893 – 1921). Durante más de una década trabajando unidos, Chillán paso del huevillo y calles de tierra al adoquinado; el sistema de cloacas da paso lentamente a un alcantarillado que comienza a cubrir más solares; el mejoramiento del servicio de agua potable; la creación del cementerio municipal al poniente de la ciudad; el cierre de los cementerios Parroquial y Alemán; la instalación del sistema eléctrico en 1908; el fin de los carros de sangre (red de transporte público de carros tirados por caballos) y la bienvenida al tranvía . Si bién quedaba un largo camino por recorrer, las bases del progreso ya estaban instaladas.
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