Los
altos niveles de contaminación ambiental y una superficie de áreas verdes que
ni siquiera alcanza los dos metros cuadrados por habitante, cuando lo adecuado
es nueve de acuerdo a los estándares de la Organización Mundial de la Salud, no
fueron argumentos suficientes para que Chillán fuera incluida entre las treinta
comunas beneficiadas con un parque, según anunció en mayo la presidenta
Bachelet. Hace 85 años los herederos de Juan Schleyer se anticiparon a esta
gris postal y donaron a la ciudad un extenso terreno para la creación exclusiva
de un parque urbano. Sin embargo, incumpliendo el acuerdo, las sucesivas administraciones
municipales lotearon y transformaron el espacio en un sector habitacional. Los
herederos de Schleyer no cesarán en su cometido hasta que el ansiado pulmón
verde sea una realidad.
p.
Marcia Castellano
Mapa de Chillan de 1928, que contempla en su trazado el "Parque Schleyer"
Tras la muerte de Johann Schleyer Brandt, Juan, sus
descendientes decidieron honrar su memoria donando a la ciudad nueve hectáreas
de la hacienda Huambalí, con el propósito de levantar ahí un parque urbano que
llevara el nombre del inmigrante alemán fallecido en 1925. El terreno, dividido
por Palermo en dos paños, contaba con una laguna y abundante vegetación, cuya extensión
comprende hoy las avenidas O`Higgins, Collín y las calles Rosauro Acuña y Pedro
Aguirre Cerda, aproximadamente.
En septiembre de 1929 la familia formalizó esta
entrega mediante una escritura pública que establecía ciertas condiciones: el
terreno debía destinarse exclusivamente para la formación de un parque
denominado Juan Schleyer, en un plazo máximo de dos años o de lo contrario la
donación quedaría sin efecto; el municipio en ningún caso podía vender o
enajenar los terrenos y se comprometía a destinar anualmente los fondos para la
conservación y buen mantenimiento del parque.
Juan Schleyer Brandt (1840 - 1925)
Eso fue hace 85 años. El pulmón verde que los
Schleyer Helmkampff soñaron para Chillán ahora pareciera tener un carcinoma.
Casas, canchas y diversas construcciones ocuparon el lugar destinado para un
parque y desde esa época las autoridades se han desentendido del compromiso
adquirido. Si bien inicialmente se les asignó un uso temporal al levantar pabellones
de emergencia post terremoto de 1939, posteriormente el municipio cambió el uso
del suelo en 1969 y loteó el terreno para destinarlo a donaciones, permutas y
comodato. Desde entonces hasta la fecha esto sigue sucediendo. Si todo se
desarrolló en un marco de irregularidades, ¿hubo alguna gratificación
involucrada y a quién benefició? Hoy nadie parece saberlo.
Sin perder de vista el objetivo principal que es
lograr la concreción del parque, la bisnieta de Johann Schleyer Brandt, Sonia
Jungjohann, también busca respuestas: “Estamos en encuestas a personas que viven
en las tierras donadas; todos estos favores tienen un fin político, no me cabe
duda. Es interesante saber de las propias personas que le han comprado los
sitios al municipio. Especialmente entre los años 1969 en adelante, cuando
empiezan las primeras ventas y donaciones, se inició una especie de olvido del
sentido de la donación dejando que las tierras se asignaran a otros asuntos
ajenos a este sentido original. Con el tiempo la comunidad fue olvidando esta
donación y los ediles usurpando las tierras para sus propios fines políticos”.
“Esta
causa familiar hoy es de Chillán”
Cinco generaciones Schleyer se reunieron en 2007 en Chillán
para celebrar el aniversario de nacimiento de don Juan. En esa oportunidad se
decidió que Sonia representaría a la familia liderando la campaña "Un parque para Chillán,
denominado Juan Schleyer". Si bien esta iniciativa busca el apoyo de las
autoridades, también apela a la ciudadanía a través de las redes sociales y de
una página web (www.parquejuanschleyer.cl) donde se puede adherir firmando una
carta que será enviada a la presidenta Michelle Bachelet. “Esta causa familiar
hoy es de Chillán. De ser por décadas una exigencia privada, hoy es pública y
ha alcanzado gran parte del país. Se mantuvo oculta por intereses municipales,
pero hoy esto es visible. Pretendemos llevar personalmente la carta a Bachelet
con el listado de las personas que han firmado, aún son pocas, vamos en 341
firmas. Queremos que todos se enteren de cómo en Chile terminan muchas
donaciones y seguiremos exigiendo el parque”, advierte Sonia.
Sin embargo, de las nueve hectáreas originales no
queda lo suficiente para hacer un gran parque. Una de las alternativas
barajadas por el actual edil fue obtener el apoyo estatal postulando al Plan
“Chile Área Verde”, en que se beneficiaría a treinta comunas del país con la
construcción de parques. Pese a la alta contaminación ambiental y al déficit de
áreas verdes, con dos metros cuadrados por habitante cuando lo adecuado es
nueve de acuerdo a los estándares de la Organización Mundial de la Salud, Chillán
no fue incluida en el listado de comunas prioritarias.
Otra opción es la compra de un terreno, pero hasta
la fecha todo ha quedado en el plano de las intenciones. “La idea es hacer un
parque multidisciplinario para deportes y pasear, con juegos, hacer picnic, ver
un espectáculo abierto. Estamos buscando terrenos apropiados, pero también
tiene que ser algo en nuestro presupuesto. Como conocemos las necesidades de
los distintos sectores de la ciudad, hemos pensado en pequeños parques a lo
mejor de una hectárea, eso es mucho más manejable aunque la prioridad la tiene
el gran parque”, aclara el alcalde de Chillán, Sergio Zarzar, quien al mismo
tiempo agrega: “La figura de Juan Schleyer merece mucho respeto. Pero se trata
un proyecto de gran envergadura y en caso de que la municipalidad lo compre –
salvo que lo presentemos a un programa – no es llegar y construir. A mí no me
mueve inaugurar obras dentro de mi periodo con fines electorales, yo quiero que
las cosas se hagan bien aunque tomen tiempo. Mientras tanto en la zona donada queremos
hacer un parque como homenaje a don Juan”.
Sonia rechaza de plano que aceptarán esa
alternativa: “Zarzar, con mucho humor, se refiere a que pondrá un monolito con
el nombre del bisabuelo en el poco terreno que queda, lotes pequeños repartidos
entre los sitios dados en comodato, vendidos o donados. Esto sería una burla
hacia la familia y hacia la ciudad Chillán. Cuando los bisnietos empezamos a
insistir aún quedaban tierras. Pero, como dijo Zarzar en la inauguración de la
cancha en las mismas tierras donadas: ‘algo pasó que esas tierras están en
manos de particulares`. Si él no sabe qué diablos pasó, entonces quién, reflexiona
Sonia.
Efectivamente, como lo plantea Sonia, existe un
vacío que el alcalde Zarzar reconoce: “Esa es la explicación que yo quisiera
conocer y no se entiende cómo algunas pertenecen hoy al SERVIU, otras donadas,
otras en manos de privados. Desgraciadamente la autoridad de todas estas
décadas nunca reaccionaron”, asevera el edil.
Desarrollo
versus medioambiente
Desde que comenzó la remodelación de la Avenida
O`Higgins y con más fuerza durante el año pasado, diversas agrupaciones de
ciudadanos manifestaron su repudio a la masiva tala de árboles en el tramo
intervenido, en desmedro de la calidad de vida de los habitantes. Considerando
que calidad de vida no solo es mejorar las infraestructuras, también es cuidar
el arbolado cuyo rol es clave en la captura de contaminantes atmosféricos y en
la absorción del ruido urbano, lo esperado era conciliar ambas posturas en pro
de un desarrollo sostenible.
Consultado
sobre su compromiso medioambiental y cómo se expresaría este, tomando en cuenta
el capítulo de avenida O`Higgins y el retraso en la
construcción del parque Schleyer, el alcalde recalcó: “Sabemos que los pulmones verdes son esenciales en
los lugares contaminados y estamos trabajando para descontaminar; además hemos
creado la Dirección de Medioambiente, Aseo y Ornato, poniendo énfasis en temas
de reciclaje. Sobre lo que pasó con la avenida O’Higgins me acusaron de haber
botado casi todos los árboles y te das cuenta que eso no fue así. Después hubo
un temporal de viento y cayeron muchos árboles viejos, generando peligro. Yo
prefiero una vida humana por sobre un árbol, mi labor es primero proteger a los
vecinos”.
A juicio de Sonia Jungjohann, estas decisiones del
municipio chillanejo dan cuenta de una mirada cortoplacista del bienestar: “Me
cuesta comprender que Zarzar siga pensando en que hay que modernizar a Chillán
con un casino, más estacionamientos, un complejo deportivo, si no habrá aire
limpio para respirar e ir a hacer deportes. Me entristece ver a mi ciudad
transformada en una ciudad llena de chatarra en el aire, cemento, árboles
cortados, gris, apagada. Estamos viendo el futuro de nuevas generaciones que
por vivir en Chillán sufrirán enfermedades por falta de un gran pulmón verde. Mi
percepción es que ambos tenemos diferentes miradas sobre lo que es bueno para
una ciudad.”, argumenta.
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